Publicado en Apuntes Urbanos
Quienes vienen leyendo Apuntes Urbanos los últimos años se habrán dado cuenta que el eje editorial que atraviesa todos los posts es la lucha contra la demonización de personas, pueblos o países, entendiendo esto como la crítica intolerante y completamente irracional guiada por el odio "anti" (antimacrista, antikirchnerista o antisemita/antisionista). No necesito dar demasiados ejemplos, basta con entrar a casi cualquier post de este blog.
Nos gusta y alentamos como parte del juego democrático la crítica racional a quien sea y sobre lo que sea, sin tabúes, pero detestamos la infamia, el libelo y el doble estándar.
Nos tienen podridos los que piensan que unos son siempre los buenos, y otros son siempre los malos.
Luchamos contra la visión maniquea en la que si Ibarra fomenta las bicisendas es progresista. Ahora, si Macri lo hace debe ser porque tiene algún negocio espurio en la licitación de las ciclovías.
Luchamos contra la visión inyectada de odio en la que si Israel después de años de aguantarse recibir misiles sobre su población civil desde un territorio que ya no está ocupado por tropas ni colonos, lanza una operación militar que destruye decenas de campos de entrenamiento, arsenales, túneles de contrabando de misiles y a ochocientos combatientes de Hamas, pero -sobre todo por errores forzados por Hamas- mueren también algunos civiles, es "un genocida que le está haciendo a los palestinos lo que los nazis hicieron con los judíos" (sic). Ahora, si la dictadura que desde hace 40 años gobierna la República Arabe Siria envía como si estuvieran en la Edad Media al ejército y a francotiradores a aplacar la rebelión intencionalmente masacrando, torturando y violando a todo civil que luche por la democracia, no se puede decir nada porque "un Estado debe agotar los medios para recuperar el monopolio de la fuerza y defender su soberanía" (sic).
Luchamos contra el gataflorismo de quienes, como yo en el 2008, venían pidiendo la asignación universal por hijo para acabar con la indigencia, disminuir la pobreza y -siendo entregada por un organismo técnico como el ANSES y no por un puntero- evitar el clientelismo... pero una vez puesta en práctica, la critican por cualquier detalle menor o directamente en base a una distorsión de la realidad.
Desde esta tribuna hemos lanzado propuestas un poquito innovadoras, como la de no catalogar personas sino acciones, y la de reconocer algo bueno de algún gobernante que uno deteste. Ante una opinión pública como la porteña a la que nunca nada le viene bien, opusimos un oficialismo sobreactuado, para compensar.
Por todo esto, el domingo nos regocijamos con la noticia de que un 20% de los porteños valoran positivamente tanto a la gestión porteña como a la nacional. Mientras nos reímos de aquellas personas obtusas y simplistas a las que esto les parezca un sinsentido, nos ilusionamos con que tal vez colaboramos aunque sea con un 0,000001% de ese 20%.
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