De las absurdas discusiones sobre derecha e izquierda

No soy dirigente del Pro, ni funcionario del Gobierno de la Ciudad, y la única vez que estuve afiliado fue a un partido que hoy está en la oposición en la Ciudad. No conozco a Marcos Peña, salvo una vez que me lo crucé en una bicicleteada en el Parque Centenario (¿2010?) y el entonces Secretario General me alegró el día comentándome que conocía Apuntes Urbanos. Tengo dos fotos con Macri, de las dos oportunidades en las que me lo crucé por pocos minutos.

Sí soy fuerte simpatizante de lo que esta buena gente ha hecho en la Ciudad, como pueden ver en este blog y decididamente milité la campaña presidencial de Macri presidente, en todos los sentidos y medios posibles, pero más como fan que como militante (un rol que siempre me costó ejercer). Es decir, lo que sigue es pura y exclusivamente mi opinión, inorgánica e independiente, de donde pienso que está ubicado Pro en el espectro ideológico (conjunto de ideas y prácticas que está siendo llevado al gobierno nacional de Cambiemos que asume en sólo 3 días).

Y me irrita superlativamente leer análisis políticos sigan analizando el éxito de Cambiemos como el surgimiento de la nueva derecha, la derecha moderna, e incluso la centro derecha. Me parece que son muy rápidos para jugar con lo difícil que es caracterizar ideológicamente al peronismo pero se ponen en vagos cuando se trata de Pro/Cambiemos. Y no cambia nada si algunos de los que sostienen esos conceptos son funcionarios del Pro mismo.

La haré corta: es bastante irrelevante preguntarse dónde está ubicada ideológicamente una persona u organización política.

No disparen. No, no creo en "El Fin de la Historia" de Fukuyama. Ni soy de los que se esconden bajo el slogan de la "gestión desideologizada" o la "tecnocracia apolítica". Uno siempre tiene una ideología detrás, por acción o por omisión. Y por supuesto esa ideología se puede desgranar en tantos ejes o clivajes como convenga al objeto de análisis y la situación en particular: político, socioeconómico, nacionalista, religioso... y agregaré uno original (e insólito) al final de este post, como propuesta.

Uno puede ubicar objetos de análisis más a la izquierda o más a la derecha de cada clivaje, y digo izquierda o derecha porque son la convención más utilizada, pero los extremos de las rectas podrían ser arriba y abajo, rojos y azules o negativos y positivos. El lenguaje es convención y práctica. Mis convenciones (si no les gustan, tengo otras):

En el eje socioeconómico, dar cobertura social está a la izquierda de no darla.
En el eje político, la defensa de los DDHH y específicamente nuestros derechos como individuos frente al Estado están a la izquierda del autoritarismo (hacer espionaje interno o amedrentar por opiniones políticas desde organismos estatales).

¿Y si creo en las ideologías, cuál es mi discrepancia? Es que en la frase

es bastante irrelevante preguntarse dónde está ubicada ideológicamente una persona u organización política.

el acento no está en "dónde está ubicada ideológicamente" sino en "una persona u organización política".

Las personas y las organizaciones son contradictorias, complejas, con distintas etapas históricas: El típico ejemplo son las organizaciones que se levantaron en armas contra una dictadura (guerrilla) pero después, bajo democracia, siguieron matando (terrorismo). En este sentido, cierto libro propone no perder el tiempo discutiendo si una agrupación es terrorista o no, sino legislar sobre "acciones terroristas" (que sí son más fáciles de catalogar, si bien tampoco exentas de polémica: mataste civiles,  fue una acción terrorista. Formaste un grupo armado irregular para atacar bases militares de un gobierno ilegítimo: fue una acción guerrillera).

Propongo que, en el mismo espíritu, no pongamos más etiquetas a las organizaciones políticas y a los políticos mismos sino que discutamos sobre sus acciones de gobierno concretas (como me cargaba un amigo hasta que me entendió: "¿lo seguís defiendiendo a X? ah, claro, vos defendés ciertas políticas de gobierno").

Ejemplo: Si un gobierno predica y ejecuta exitosamente una política de gobierno que privilegia al transporte público por sobre el privado (Peatón > Bici > Transporte Público > Auto), esa política es "progresista" y "de izquierda" (por convención), no importa quién la lleve a cabo. Si no quieren ponerse a discutir qué es progresista y qué no, lo sacamos: analicemos si estamos de acuerdo (o no) en función a nuestros valores.

No perdamos miles de horas de discusión estéril tratando de ubicar a políticos (y a sus organizaciones): hoy están con uno, mañana se cambian la camiseta. Pasa en el fútbol, pasa en la política. Evaluemos sus propuestas y acciones políticas.

Abundan los ejemplos de Políticas PROgresistas. Ya las describimos en otro post.
Hablemos del gobierno cristinista que termina, 2007-2015, y particularmente de las de su peor funcionario: Guillermo Moreno.
¿Es progresista destruir las capacidades estatales de generar estadísticas públicas? No.
¿Es progresista destruir la moneda nacional -por lo antedicho y por la emisión descontrolada- y forzar la fuga al dólar para el que quiera ahorrar? No.
¿Es progresista fomentar la concentración económica en sectores donde podría haber competencia -política explícita de Guillermo Moreno porque "es más fácil negociar con menos empresas" y "la Defensa de la Competencia era un mito neoliberal"-?. NO. 
Ahora bien,
¿Es progresista la Asignación Universal por Hijo, para que los ciudadanos desfavorecidos tengan cobertura social como un derecho, desde un organismo técnico sin depender del puntero político? Sí.
¿Es progresista el matrimonio igualitario, las políticas de salud reproductiva extendidas, etc? Sí.
¿Es progresista apoyar la vida, la economía y la educación de las provincias, para tener un país federal y no ultra concentrado en Buenos Aires? Sí.
¿Simplificar los trámites de los ciudadanos, desburocratizar, despapelizar, sea el DNI o la licencia de conducir, transparentar subsidios, es progresista? Toda vez que aumentamos la capacidad y eficiencia del Estado (y no privatizamos ni reducimos sus funciones), la respuesta es Sí.

No quiero dejar de proponer un eje más, el único eje no ideológico, pero que le da sentido a todos los demás: el clivaje realidad vs verso (o "resultados vs chamuyo"). Muchos gobiernos prometieron y prometen obras hidráulicas (y un Estado con alta inversión en bienes públicos es decididamente progresista). Pero el macrismo es el que las convirtió en realidad y las inundaciones dejaron de ser un problema en la Ciudad.

¿Y qué hay de las empresas estatales, Apu? La mirada tradicional es que "empresa estatal" está a la izquierda del espectro ideológico. La mirada moderna, en cambio, considera la propiedad jurídica de las empresas un mero instrumento: lo importante es que se cumpla su función estratégica. 
Entendiendo mirada moderna como lo que Terragno (y yo con él) decía en 1985, Cambiemos en 2015, y es de esperar que todo el mundo en el futuro (no abrigo esperanzas para los que son cerrados ideológicamente por naturaleza, sean Tea Party, Troskos o Nac&Pop).

Las empresas pueden ser públicas o privadas; esto es solo una herramienta. Desde una mirada moderna, entonces: lo importante es lo que funcione. De acuerdo a la industria, el país (no estatizaría LAN si fuera Bachelet) y el momento histórico, hay lugares donde hay posibilidad de competencia (panaderías: muchos compradores, muchos vendedores) y el Estado tiene que intervenir lo mínimo posible, proveyendo soporte institucional genérico (bromatología, que todos facturen, que no tengan empleados en negro, etc). A veces debe funcionar como catalizador (políticas de innovación, incubadoras, etc). En otros sectores deberá regular mucho más (industrias químicas con posibilidades de daño ambiental, o elementos que requieren trazabilidad por el narcotráfico). Habrá monopolios naturales (redes de energía o comunicaciones) donde la regulación requerida será muchísimo mayor.
Y habrá otros casos en los que hará falta una empresa estatal. Pero siempre debe estar manejada profesionalmente (no como Recalde en Aerolíneas Argentinas).
 
En la ciudad Macri no privatizó el Ciudad, lo hizo funcionar bien desde el Estado. ¿La acción política de luchar para recuperar a esta organización de propiedad estatal de las sanguijuelas políticas y sindicales que le chupaban la sangre y volver a ponerlo a cumplir su función económica y social es progresista? Sí, claro.  
Para finalizar, creo que las políticas que se propone llevar a cabo Cambiemos dentro de tres días son de un capitalismo moderno, con intervención adecuada del Estado, y mayor pluralidad y transparencia, profesionalizando y disminuyendo el clientelismo sin disminuir la proteccion social. Son las políticas progresistas que me gustarían.  
Cambiemos es nuestra socialdemocracia escandinava posible, y lo celebro.