Las críticas y la fábula del anciano, el niño y el burro

En una época se daba de comer a los pobres.

Vinieron unos tipos, como los de la ley 1420, y dijeron "démosles iluminación a todos a través de las letras". Pero después cayeron otros que hablaron de que la educación institucionalizada no es la vía para la inclusión social sino que hay que ayudar a los desclasados a desarrollar su sensibilidad vía la cultura y el arte.

Y así se hizo. Ejemplos de esto último son las maravillosas Orquestas ZAP que tiene Mauricio Macri en Buenos Aires y las Orquestas Juveniles que tiene Hugo Chavez en Venezuela.

(Cabe aclarar que ambos lo heredaron de gestiones anteriores pero son responsables de haberlas fortalecido y prolongado en el tiempo).


"Ahora dicen que..."

Leí un texto en Trade and Me que critica la inclusión social vía la cultura que hablábamos antes. (¿Es tan difícil entender que cultura, educación y transferencia de recursos económicos no son contradictorios entre sí y que todos los esfuerzos suman?).

Todo esto me hizo acordar a una fábula española, la del viejo, el niño y el burro. La reproduzco como la recuerdo, de memoria, sumando un nudo más al tejido colectivo que transforma y perpetúa las historias populares desde tiempos antiquísimos.

Habia una vez un viejo y un niño que estaban llevando un burro de un pueblo a otro para venderlo. Pasaron delante de unos campesinos que se burlaron de ellos: "¡Qué tontos! Llevando un burro y caminando. ¿Por qué no lo montan?"

Entonces el viejo subió al niño -asumamos que era su nieto- al asno y siguieron su camino.

Al rato encuentran un grupo de hombres que exclamaron "Un niño tan joven montando al animal mientras su abuelo se fatiga caminando. Habráse visto tamaña desvergüenza".

Intercambiaron su lugar y a los dos km se encontraron con unas mujeres que, como se pueden imaginar, manifestaron su desagrado: "Qué hombre cruel. ¡Viajando cómodo mientras el pobre niño se muere de cansancio!".

Finalmente se subieron los dos al burro, el que sin poder soportar el peso, a los pocos kilómetros cayó desplomado para nunca más levantarse.

La historia tiene varias moralejas, siendo la obvia "hagas lo que hagas, siempre te van a criticar". Hilando más fino, el hacer te expone inevitablemente a las críticas, muchas de las cuales serán justas pero también las habrá injustas y de mala fe, y nunca vas a poder contentar a todos.

Como corolario, siempre voy a estar más del lado de los que al menos intentan hacer antes que del de los que se pasan la vida criticando a los demás, sean estos amigos, familiares, funcionarios o empresarios.


"Ce qui me critique, lâche-moi la bite"
Pierre Bourdieu, filósofo francés (1930-2002)

4 comentarios:

Gabriel R. dijo...

Muy buena fábula. Yo el final lo conocía diferente:

Finalmente se subieron los dos al burro. A los pocos minutos unos hombres que pasaban comentaron "Que desalmados !!! los dos arriba del burro. Cómo va a poder sostener tanto peso ?"

o algo parecido...

H dijo...

Sí, después lo busqué en internet y encontré eso y que al final después lo cargan ellos al burro, el que termina cayéndose por un barranco y muriendo...

Coki dijo...

Estoy MUY de acuerdo con la conclusión del post. Es algo que sostengo con mucha frecuencia.

Como dice aquella frase: "quienes dicen que no puede hacerse deben evitar molestar a quienes lo están haciendo".

H dijo...

Exacto, Coki. Llevándolo a un plano político, no acepto críticas de agrupaciones de izquierda universitarias que plantean n consignas para tomar el poder del PAIS y administrarlo "a favor del pueblo" pero han demostrado, una y otra vez, que no pueden ni con una fotocopiadora de una facultad.
Que primero dejen de robar la caja de las copias y que den un buen servicio a los alumnos (en vez de desviar los fondos para sus campañas políticas) y después me vengan a hablar de administrar un pueblo, una ciudad, una provincia, y un país. Hasta tanto, sus críticas son irrelevantes.