Este año me pegó peor que nunca

El día del Padre, en Argentina. ¿Un día inventado por los comerciantes para vender más afeitadoras? Probablemente. Pero es la manera en que la parte laica, civil y capitalista de nuestro sistema de vida actual celebra al padre. Una vez en el año estás obligado a pensar en él.

Sáquense de encima ese prejuicio "anti fecha comercial". No es necesario que le compren nada caro. Háganle un dibujo, escríbanle una carta (como hacíamos con mi hermano cuando éramos chiquitos), coman juntos. Sobre todo díganle que lo quieren. Aprovechen, no sean boludos.

Porque si todo va bien y el destino de cada uno se desenvuelve acorde el orden natural de las cosas (en el que los hijos entierran a los padres y no viceversa), esta oportunidad anual de hablar con él no durará para siempre y en algún momento (que sea dentro de muchísimos años, pu pu pu) pasarán a engrosar las filas de los que nos pasamos el día llorando, en el cementerio y fuera de él. Recordando los momentos compartidos y, sobre todo, lamentando que no pudo vernos ser los hombres en que nos convertimos.

Papá, te extraño muchísimo.

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