La izquierda que base su proyecto en su antiamericanismo, al igual que el fundamentalismo islámico, quedó descolocada.
El gobierno de Obama no apoya golpes y no es intervencionista. Chávez, Castro y sus aliados del ALBA están muy frustrados con la Casa Blanca, porque el presidente estadounidense no está actuando como un típico imperialista, según sus manuales.
La izquierda dogmática debe cambiar su libreto pero no puede. Es un sacrilegio para su fundamentalismo ideológico. Necesita que el malo de la película sea Estados Unidos, para justiciar todos sus males e ineficiencias. El eterno cuento del enemigo externo es el oxígeno de sus proyectos políticos y hoy, para su desgracia, no llega desde el norte.
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