8) El desarrollo mediático que se le está dando a la crisis la está realimentando. Fíjense si no les arruina la vida esta nota, una de las tantas que por estos días están tirando mala onda:
Economía | Enfriamiento y desconfianza
La clase media sale menos al cine y a comer
Un relevamiento de PERFIL entre 33 locales de la Ciudad de Buenos Aires muestra que los recortes en el consumo alcanzan a casi todos los productos y servicios cotidianos (...). En rotiserías y “delivery” aseguran que, por ejemplo, ya no se pide la docena de empanadas, sino que se ajusta a ocho o nueve unidades. En las agencias de viajes, temen vender menos pasajes para las próximas vacaciones y se quejan de que los turistas extranjeros también cuidan el bolsillo.
¿Lo bueno? Levanta el pie del acelerador de la inflación. Así se bajan las expectativas, que aunque suene raro, es uno de los motores de la misma inflación.
9) Creo que soy el primero en avivarse de la muerte de la "crisis de los alimentos", otro grandioso concepto que venía meneándose como si el fin del mundo ya se hubiera instalado entre nosotros (The Economist la llamó "el fin de la era de los alimentos baratos", Fidel Castro hablaba de la Internacionalización del Genocidio). Para tener una idea del pandemonio mundial de hace sólo un par de meses, recordemos lo que decía La Nación el 13 de abril:
En la última semana, los comercios de Puerto Príncipe, capital de Haití, fueron saqueados después de dispararse el precio local del arroz, con un saldo de cinco muertos y centenares de heridos. Con diferentes magnitudes, los disturbios en las puertas de los supermercados y los almacenes se repitieron en Egipto, Senegal y Camerún.
En México, en tanto, la suba del trigo provocó que en el último año cerrara sus puertas el 3% de las panaderías, ya que la suba en los precios se tradujo en una fuerte caída de la demanda local de pan y galletitas, debido a la alta dependencia de la importación (México compra en el exterior casi el 70% del trigo que consume).
En Europa, no conocen los saqueos, pero también están sufriendo las consecuencias de esta crisis de los alimentos. Hace unos meses, los consumidores italianos convocaron a un día sin pastas, en protesta de una suba del 20% en los valores de venta al público.
Estamos hablando de la agflation, la famosa inflación importada vía precio de los alimentos. Los países importadores sufrían por el aumento de los costos de alimentación de su población; los exportadores (como Argentina) si bien se beneficiaban por la mayor demanda internacional, ésta contribuía a acelerar el proceso inflacionario (los derechos de exportación -retenciones-, los cupos a la exportación y los controles de precios fueron la manera en que el gobierno argentino intentó encarar este problema, con diversa suerte).
¿Y? ¿Qué pasó? Cuando salieron en estampida todos los fondos de inversión que especulaban con las commodities, como decía Cristina el 1ro de julio ("Los señores de la timba financiera han pasado a la timba de los alimentos (...). Es la economía casino, la economía especulativa, que transfirió la crisis del crédito a los alimentos"), la burbuja se pinchó (la soja bajó un 40% desde febrero!), se acabó la agflation y todos los pronósticos tremendistas desaparecieron de los diarios.
Lo malo de vivir en la era del zapping es que nadie se acuerda de lo que se decía hace dos meses. Moraleja: Nada es tan terrible ni tan genial como te lo pintan las tapas de los diarios. Y "todo pasa", como decía un tal Salomón.
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