Clarísimo Levy Yeyati en La Nación. Extractos de ¿De qué hablamos cuando hablamos de pesificación?:
Entre 2003 y 2006, el país redujo su dolarización financiera, auxiliado por los límites a la dolarización de préstamos, las expectativas de apreciación real y el desarrollo de un mercado de instrumentos indexados al CER (IPC). Esto se reflejó en una creciente pesificación de los balances de los bancos y en una paulatina desdolarización de las carteras de ahorristas individuales e institucionales.
Así, a fines de 2006, a menos de un año de la salida del default, teníamos repatriación de capitales y el spread soberano de Brasil. Ni el elevado riesgo país ni la redolarización de los ahorros son herencia de la crisis.
La intervención del Indec fue el punto de inflexión de los flujos de capitales: fue vista por los inversores como un incumplimiento encubierto de las obligaciones soberanas y marcó el principio de la redolarización.
A su vez, la apreciación real del peso (la pérdida del "colchón cambiario") como resultado de una inflación en aumento, un dólar revalorizado afuera por la crisis global y abusado en casa por el Banco Central como ancla nominal de precios, acabaron con la expectativa de apreciación permanente.
Con un superávit comercial en baja, un Banco Central indiferente a la inflación, y sin el CER como unidad de indexación, es natural que a medida que se extinguieran las expectativas de apreciación, la estrategia del Banco Central de sostener tasas reales negativas para subsidiar el crédito al consumo abriera la puerta al rebalanceo de carteras hacia el dólar.
Finalmente, la aplicación de controles de cambios, al castigar a los ahorristas pesificados, convalidó los fantasmas de quienes atesoraron dólares, desandando los logros de la poscrisis y pergeñando un dólar informal o paralelo que, ante la falta de acceso legal y aun operando con escaso volumen, se fue volviendo referencia habitual del tipo de cambio libre.
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