Vía La Nación:
Cuando la ciencia alcanza rango ministerial
Nora Bär
Alabado por el público más exigente -sus propios colegas- y hasta por la revista británica Nature , Lino Barañao, antropólogo frustrado, doctor en química, docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y primer ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva del país es, sin lugar a dudas, una rara avis en el escenario político nacional.
A lo largo de este año, logró conjugar con inusual habilidad su conocimiento y su racionalidad de investigador con su capacidad de administrador público e impulsor de la maquinaria científica local.
El ministro es uno de los creadores de los embriones que dieron lugar a la dinastía de bovinos transgénicos Pampa, de BioSidus, y ex presidente del organismo que otorga subsidios para la investigación, la Agencia de Promoción Científico Tecnológica. Y en los últimos doce meses viajó a 16 países y a 18 de las 23 provincias argentinas, además de cerrar acuerdos con 47 instituciones internacionales.
Promovió la construcción de un polo científico-tecnológico internacional en los terrenos de las ex bodegas Giol, impulsó un plan de infraestructura para saldar la grave deuda pendiente en materia de laboratorios, y otro de grandes equipamientos que incluye un programa nacional de microscopía.
Fiel a la premisa que esbozó al asumir su cargo ("Tenemos que «pasteurizar» la ciencia; hay que hacer ciencia orientada al uso"), se concentró en fortalecer el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología, un espacio de articulación y vinculación de los organismos nacionales que realizan actividades científicas y tecnológicas, cuya misión es diseñar políticas comunes y tender puentes con la sociedad en general y en especial con el sector productivo; en hacer una evaluación para el mejoramiento institucional de los organismos del sistema; en promover un modelo productivo que asocie a las universidades con las compañías privadas y la figura de los gerentes tecnológicos; lanzó el programa nacional de becas para estudiantes de carreras de grado en el área de las tecnologías de la información y las comunicaciones, e impulsó el patentamiento, un hábito poco difundido en nuestro medio.
En 2009, el presupuesto destinado a la ciencia prácticamente duplicará el de 2007, lo que debería permitir un incremento sustancial en el financiamiento de investigaciones. Educado en la universidad pública, Barañao suele decir que no basta con alcanzar el éxito científico: hay que hacer docencia y resolver los problemas concretos. Hoy quiere difundir esa fórmula en todo el país.