MENEM Y KIRCHNER PRIVATIZARON MAL
En 1992, el Presidente Menem, privatizó YPF con el público y notorio apoyo del entonces Gobernador Kirkchner, presidente de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI) que dirigió el lobby parlamentario para lograr la aprobación de la ley. Fue un grave error. No se puede entregar el control del subsuelo a una empresa internacional, cuyo objetivo es acumular reservas en todo el mundo y concentrar la explotación allí donde le resulte más barato.
¿QUÉ DEBIERON HABER HECHO?
Conservar a YPF en manos del Estado y convocar a empresas con enorme capacidad de inversión, alta tecnología, exitosa experiencia y espaldas para soportar el riesgo minero. Esas empresas debían haber venido, no como dueñas, sino como contratistas de YPF. Y las condiciones tendrían que haber sido muy claras: si sacaban petróleo, se quedaban con una pequeña partes; si no sacaban petróleo, se quedaban en cero.
¿NO ERA UTÓPICO LOGRAR ESO?
En absoluto. Eso ya se había hecho dos veces en el país, con un éxito espectacular. Lo hizo Frondizi, que así logró en 1958-1962 un autoabastecimiento que antes de eso parecía imposible. Lo hizo Alfonsín, con el Plan Houston y el Petroplán. Daniel Montamat, a quien yo designé presidente de YPF, consiguió el autoabastecimiento en un año (1988-1989), sin vender una sola acción.
¿CUÁL FUE EL RESULTADO DE LA PRIVATIZACIÓN MENEM-KIRCHNER? Ahora importamos petróleo y gas a lo loco. El actual gobierno se dio cuenta del error que se había cometido, pero lo ha solucionado de la peor manera posible.
¿POR QUÉ?
Porque se podría haber logrado lo mismo sin alarmar a la comunidad internacional, ni afectar la imagen de la Argentina, ni ahuyentar inversores.
¿HABÍA REALMENTE OTRA SOLUCIÓN?
Pos supuesto: iniciar un proceso de desinversión consensuado. Repsol sabía que estaba en la cuerda floja, y el grupo Petersen es un grupo allegado al gobierno que entró a YPF sin poner un solo peso. Era muy fácil negociar con Repsol que redujera 50% de su participación y, por otro lado, desinteresar al grupo Petersen. A Repsol le convenía quedarse con una fuerte presencia en la Argentina (casi 30% de YPF) mientras desarrollaba sus operaciones en México y Brasil. Y el Estado argentino se quedaba con el 51%, no entraba en conflicto con ningún país, no provocaba la reacción del mercado internacional y no disuadía a inversores.
¿LO QUE SE HIZO AFECTA TANTO A LA INVERSIÓN COMO DICEN?
Nuestras necesidades de inversión son colosales. Para duplicar el ingreso nacional en 10 años debemos invertir 28 por ciento del producto. Solamente en energía, si queremos sostener la actual tasa de crecimiento, necesitamos 7.000 millones de dólares por año. Eso, además de lo que hace falta en áreas críticas como infraestructura, donde el dinero que se pone se recupera a los 9, 10, 11 años. La inversión pública y la privada nacional no alcanzan. Hace falta atraer mucho más capital. ¿Quién va a hacer grandes inversiones en un país que de repente estatiza grandes empresas y dice que no les va a pagar nada?
¿NO HAY COMPAÑIAS INTERESADAS EN REEMPLAZAR A REPSOL?
Podría ser. Las multinacionales, que explotan en Medio Oriente, están acostumbradas a los riesgos, y si se perdona a lo que durante años se llamó el "imperialismo norteamericano", acaso venga, por ejemplo, alguna empresa de los Estados Unidos. Pero en ese caso hay que hacerles invertir en exploración, no en acciones. De todos modos, el daño que esto ha hecho al país no se reduce a YPF. Al contrario: sus efectos son mucho más amplios y achica escandalosamente la capacidad de captar inversiones que la Argentina necesita desesperadamente en todas las áreas estratégicas.
¿SE PUEDE SALVAR YPF DE UNA CATÁSTROFE?
Depende lo que se haga. Primero hay que contener el daño, negociando con Repsol --en las mejores condiciones posibles para la Argentina-- a fin de reparar este hecho, que nos ha puesto en una situación indeseable dentro de la comunidad económica internacional. A continuación, hay que cubrir todas las funciones generales, no con funcionarios, sino con profesionales, expertos en hidrocarburos, que tengan además gran capacidad de gestión. Y hay que convocar al capital privado internacional para que venga, al servicio de YPF, a revertir esta situación de dependencia en la cual nos sumieron la mala privatización de 1992 y la política energética de la última década.
¿POR QUÉ CASI TODOS LOS PARTIDOS APOYAN LA MEDIDA DEL GOBIERNO?
Algunos porque se auto-extorsionan. Dada la retórica nacionalista con la cual se ha cubierto la medida, temen aparecer ante la opinión pública como defensores de intereses extranjeros, contrarios a la soberanía. Es una actitud timorata. Un líder político debe anticiparse a la opinión pública de mañana; no seguir a ciegas la circunstancial opinión pública de hoy. El radicalismo, por ejemplo, debe recordar que, a veces es necesario nadar contra la corriente. En 1982, la guerra de Malvinas era muy popular y no hubo un solo político que se atreviera a decir que estábamos frente a un grave error. Ninguno salvo Raúl Alfonsín. Él se opuso a la guerra, advirtiendo en qué terminaría, y un año después era Presidente de la Nación. Algo parecido, con resultado distinto, ocurrió en 1999-2001. La convertibilidad era muy popular. Si la UCR hubiese oído a quienes clamábamos por abandonar el 1 a 1, a fin de evitar una hecatombe, no habría sufrido la calamitosa caída del 2001-2002, de la cual no ha conseguido aún recuperarse
En 1992, el Presidente Menem, privatizó YPF con el público y notorio apoyo del entonces Gobernador Kirkchner, presidente de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI) que dirigió el lobby parlamentario para lograr la aprobación de la ley. Fue un grave error. No se puede entregar el control del subsuelo a una empresa internacional, cuyo objetivo es acumular reservas en todo el mundo y concentrar la explotación allí donde le resulte más barato.
¿QUÉ DEBIERON HABER HECHO?
Conservar a YPF en manos del Estado y convocar a empresas con enorme capacidad de inversión, alta tecnología, exitosa experiencia y espaldas para soportar el riesgo minero. Esas empresas debían haber venido, no como dueñas, sino como contratistas de YPF. Y las condiciones tendrían que haber sido muy claras: si sacaban petróleo, se quedaban con una pequeña partes; si no sacaban petróleo, se quedaban en cero.
¿NO ERA UTÓPICO LOGRAR ESO?
En absoluto. Eso ya se había hecho dos veces en el país, con un éxito espectacular. Lo hizo Frondizi, que así logró en 1958-1962 un autoabastecimiento que antes de eso parecía imposible. Lo hizo Alfonsín, con el Plan Houston y el Petroplán. Daniel Montamat, a quien yo designé presidente de YPF, consiguió el autoabastecimiento en un año (1988-1989), sin vender una sola acción.
¿CUÁL FUE EL RESULTADO DE LA PRIVATIZACIÓN MENEM-KIRCHNER? Ahora importamos petróleo y gas a lo loco. El actual gobierno se dio cuenta del error que se había cometido, pero lo ha solucionado de la peor manera posible.
¿POR QUÉ?
Porque se podría haber logrado lo mismo sin alarmar a la comunidad internacional, ni afectar la imagen de la Argentina, ni ahuyentar inversores.
¿HABÍA REALMENTE OTRA SOLUCIÓN?
Pos supuesto: iniciar un proceso de desinversión consensuado. Repsol sabía que estaba en la cuerda floja, y el grupo Petersen es un grupo allegado al gobierno que entró a YPF sin poner un solo peso. Era muy fácil negociar con Repsol que redujera 50% de su participación y, por otro lado, desinteresar al grupo Petersen. A Repsol le convenía quedarse con una fuerte presencia en la Argentina (casi 30% de YPF) mientras desarrollaba sus operaciones en México y Brasil. Y el Estado argentino se quedaba con el 51%, no entraba en conflicto con ningún país, no provocaba la reacción del mercado internacional y no disuadía a inversores.
¿LO QUE SE HIZO AFECTA TANTO A LA INVERSIÓN COMO DICEN?
Nuestras necesidades de inversión son colosales. Para duplicar el ingreso nacional en 10 años debemos invertir 28 por ciento del producto. Solamente en energía, si queremos sostener la actual tasa de crecimiento, necesitamos 7.000 millones de dólares por año. Eso, además de lo que hace falta en áreas críticas como infraestructura, donde el dinero que se pone se recupera a los 9, 10, 11 años. La inversión pública y la privada nacional no alcanzan. Hace falta atraer mucho más capital. ¿Quién va a hacer grandes inversiones en un país que de repente estatiza grandes empresas y dice que no les va a pagar nada?
¿NO HAY COMPAÑIAS INTERESADAS EN REEMPLAZAR A REPSOL?
Podría ser. Las multinacionales, que explotan en Medio Oriente, están acostumbradas a los riesgos, y si se perdona a lo que durante años se llamó el "imperialismo norteamericano", acaso venga, por ejemplo, alguna empresa de los Estados Unidos. Pero en ese caso hay que hacerles invertir en exploración, no en acciones. De todos modos, el daño que esto ha hecho al país no se reduce a YPF. Al contrario: sus efectos son mucho más amplios y achica escandalosamente la capacidad de captar inversiones que la Argentina necesita desesperadamente en todas las áreas estratégicas.
¿SE PUEDE SALVAR YPF DE UNA CATÁSTROFE?
Depende lo que se haga. Primero hay que contener el daño, negociando con Repsol --en las mejores condiciones posibles para la Argentina-- a fin de reparar este hecho, que nos ha puesto en una situación indeseable dentro de la comunidad económica internacional. A continuación, hay que cubrir todas las funciones generales, no con funcionarios, sino con profesionales, expertos en hidrocarburos, que tengan además gran capacidad de gestión. Y hay que convocar al capital privado internacional para que venga, al servicio de YPF, a revertir esta situación de dependencia en la cual nos sumieron la mala privatización de 1992 y la política energética de la última década.
¿POR QUÉ CASI TODOS LOS PARTIDOS APOYAN LA MEDIDA DEL GOBIERNO?
Algunos porque se auto-extorsionan. Dada la retórica nacionalista con la cual se ha cubierto la medida, temen aparecer ante la opinión pública como defensores de intereses extranjeros, contrarios a la soberanía. Es una actitud timorata. Un líder político debe anticiparse a la opinión pública de mañana; no seguir a ciegas la circunstancial opinión pública de hoy. El radicalismo, por ejemplo, debe recordar que, a veces es necesario nadar contra la corriente. En 1982, la guerra de Malvinas era muy popular y no hubo un solo político que se atreviera a decir que estábamos frente a un grave error. Ninguno salvo Raúl Alfonsín. Él se opuso a la guerra, advirtiendo en qué terminaría, y un año después era Presidente de la Nación. Algo parecido, con resultado distinto, ocurrió en 1999-2001. La convertibilidad era muy popular. Si la UCR hubiese oído a quienes clamábamos por abandonar el 1 a 1, a fin de evitar una hecatombe, no habría sufrido la calamitosa caída del 2001-2002, de la cual no ha conseguido aún recuperarse
3 comentarios:
lei el primero, como es mentira lo que dice, no fue en 1992, entonces deje de leer.
el tercer parrafo es casi comico, es una sandez, en 1989 estabamos en crisis electrica,y es obvio que el problema no era el combustible
last: presentar como ejemplo de gestion a Montamat es com presentar com ejemplo de gestion a Roque Fernandez
ayj
me extraña que alguien que se precia de tener quilates intelectuales escriba tales sandeces y mentiras, no pude resistir el agregar mas cosas
H, hay un error en la primera pregunta. YPF no se desnacionalizó en 1992, sino 6 años después. La conversión en una S.A., que es lo que se hizo en el 92, y su posterior reestructuración de la mano de Estenssoro tuvo un costo social tremendo (alrededor de 50.000 -!!- tipos en la calle) pero fue exitosa en términos de eficiencia empresaria. La compañía aumentó la producción y la exploración y comenzó a expandirse. En breve, Menem llevó adelante el proceso de modernización en el que Terragno fracasó.
La desnacionalización (la modificación de los artículos de la ley que exigían el control de la empresa por el estado, con un mínimo de porcentaje accionario y la posterior aceptación de la OPA de Repsol con el barril en sus mínimos históricos) se desarrolló durante el segundo mandato de Menem y culminó en el 98, cuando hacía rato que los Kirchner se habían alejado de Carlos Saúl.
esa mala conciencia de anhelar purificacion aduciendo influencias de buenudos simpaticones como Terragno o el Palido, despues de avalar con toda el alma el fascismo macrista y el fascismo israeli, es un resorte psiquiatrico ya muy conocido como para que no se note.
Goliath Sanchez
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