Se avivaron los españoles

El malestar español


BASILIO BALTASAR

EL PAÍS - Opinión - 22-07-2009

A Edgar Morin

Se han desplomado sin estruendo las banales ilusiones españolas: nunca hubo nada parecido a la prosperidad anunciada por los publicistas gubernamentales y nunca estuvimos asentados con firmeza en algún sólido cimiento. Ni antes con Aznar, ni ahora con Zapatero.

La estafa financiera global ha dejado al descubierto la tramoya de una economía sostenida por una ficción contable: el país se enriquecía vendiéndose a sí mismo casas que no podía pagar. El hallazgo ha provocado un aterrorizado pasmo y, como si hubiera llegado la hora de enmendar el descarriado rumbo de nuestra generación, algunos se atreven a preguntar en qué nos equivocamos.

La inminencia del desastre espolea una desorientada reflexión sobre cómo podrá España salir del atolladero en el que se ha metido y, tímidamente, se llega a una desesperante conclusión. La competitividad y la formación de nuestros ciudadanos son el más lamentable saldo que cabe imputar a los 30 años de democracia consumidos, sin alcanzar en rendimiento y excelencia ni al más rezagado de nuestros vecinos europeos.

Aunque resulta incómodo asegurar que nos enfrentamos por ello a la posibilidad de un sonoro fracaso histórico, lo cierto es que ésta puede ser la última oportunidad que tengamos para entender de dónde procede nuestra incapacidad.

A los que reclaman para sí el rango de dirigentes y se ofrecen a resolver nuestra penuria, les corresponde corregir las carencias estructurales más flagrantes, discernir alguna alternativa factible a nuestro pobre tejido industrial y movilizar las innumerables voluntades que harán falta para rehabilitar a una España nuevamente desolada.

Pero mientras se gesta la resolución que inspire alguna respuesta eficaz a la magnitud de un desafío inaplazable, no estará de más remontarse hasta el origen de nuestra decepcionante singularidad. ¿Por qué somos la sociedad menos competitiva de la Europa moderna? ¿Qué rasgo de nuestro carácter nos ancla en la complacencia arcaica de un mundo autárquico? ¿Por qué nos fastidia el juego de la emulación y la competencia? ¿Qué nos molesta tanto de la modernidad? Y, sobre todo, ¿por qué nos negamos a aceptar la responsabilidad de la emancipación ciudadana?

Si evitamos las especulaciones metafísicas que en otro tiempo nos hicieron sonreír, y dejamos de lado la mascarada de nuestra errática identidad, adquiere una destacada importancia el acontecimiento histórico que nos distingue de nuestro entorno europeo: España ha sido el único país sin judíos.

La participación de la comunidad judía en el impulso ilustrado permite evaluar los efectos perversos que su ausencia tuvo entre nosotros.

La desgraciada ocurrencia de la expulsión nos privó, en el crucial instante del renacimiento europeo, de una fuerza que se revelaría decisiva en el proceso de reinvención cultural propio de la modernidad. La elaboración de las ideas que cambiaron el aspecto del mundo, la insurgencia que renovó la naturaleza del pacto social y la construcción del individuo inteligente como sujeto central de la Historia deben mucho a los miembros de una comunidad inclinada por necesidad y vocación a impugnar los dictados de la tiranía.

Para hacernos una idea del legado que los judíos no dejaron en España debemos imaginar la influencia que habría tenido entre nosotros la erudita disputa de los rabinos (con su radical veneración por el libro, la letra y la palabra) y las consecuencias culturales de su pasión polémica. Las vehemencias patriarcales de los judíos en la sinagoga habrían dado a nuestro paisaje intelectual una productiva intensidad. Y no sólo por la caudalosa genealogía de sus saberes. Allí donde pudo subsistir, la pluralidad de creencias ayudó a reconocer la soberanía moral del conocimiento y la familiaridad con otras lenguas, otros ritos, otras concepciones del mundo, sembraba una duda de alto valor pedagógico al que no podía ser ajeno un curioso y tolerante observador.

Pero la comunidad judía contribuía al dinamismo de la Historia con aportaciones paradójicas que resultarían esenciales al espíritu del hombre moderno. La tenacidad de sus infatigables discusiones extendía entre la sociedad de su tiempo una deslumbrante oleada de herejías y disidencias. ¡Ojalá hubiéramos tenido entre nosotros al Spinoza que los rabinos de Ámsterdam expulsaron con furiosos anatemas de la sinagoga! ¡Quién hubiera oído entonces sus ácidas sentencias filológicas contra la Biblia ! ¡Y las lecciones escépticas de Francisco Sánchez en Toulouse! Y así hasta llegar, siguiendo las huellas de la fertilizante estirpe sefardita, a las recientes reflexiones multidisciplinares del pensador Edgar Morin.

Sin embargo, a pesar de ser tan notable la contribución de los judíos al desarrollo cultural de las naciones -sobre todo desde la Revolución Francesa , cuando tantos de ellos abandonaron sus creencias seculares para incorporarse al prometedor cosmopolitismo laico de los gentiles-, no ha sido sólo su ausencia la que ha conformado nuestra áspera relación con los valores del mundo moderno.

La obsesión por extirpar de España cualquier atisbo de influencia judía dio a la Inquisición siglos de potestad para modelar a su antojo el alma macilenta de un país atemorizado por la epidemia emocional de las delaciones.(...)


(Seguir leyendo en El Pais)

Manifiesto

No creo en el horóscopo occidental, en el chino ni en ninguna predicción se llame tarot, videncia o carta astral, tampoco en teorías conspirativas sobre la llegada del hombre a la Luna o la caída de las Torres Gemelas, ni en ángeles, demonios, fantasmas, dioses, santos, vírgenes, apariciones, gnomos, duendes, espíritus, sanadores, voodoo, chamanes, "trabajitos" del tipo "tu pareja volverá... garantizado!" (que a lo que hacen esos delincuentes le llamen "trabajo" es una gran contradicción), estatuas que lloran, amuletos, estampitas, patas de conejo, herraduras, la "yeta" (racha de mala suerte) producida por pasar debajo de una escalera o romper un espejo, el chupacabras, el cuco, el hombre de la bolsa, el Yeti, el monstruo del lago Ness, los predicadores electrónicos (los que falan en portuñol tampoco), las "medicinas alternativas", psicoanálisis ortodoxo, creacionismo, diseño inteligente, marxismo ortodoxo (refutado), liberalismo ortodoxo (refutado), las estafas piramidales de Ponzi, etc.

Creo en la ignorancia que tenemos respecto al mundo y que es difícil bancarse esa ignorancia, por lo que los que no tienen los huevos para hacerlo se creen lo mencionado en el párrafo anterior. Creo en las estadísticas, las probabilidades, el método científico y en las teorías falseables que han resistido años sin poder ser falseadas, como la Evolución. Creo en el ser humano y su capacidad social de crear ideologías y nacer, vivir y morir creyendo en ellas, y creo en su capacidad individual de decidir, en cada momento, lo que está bien y lo que está mal dentro del contrato social en que cada uno está metido.

Materialismo

Estábamos la otra semana en San Pablo cenando un par de católicos, un indio de religión hindú y el judío que suscribe, todos de entre 25 y 35 años. Discutíamos acerca del dinero (guita, money, tarasca).

Mi postura era que debíamos restringir nuestro consumo actual y ahorrar esa diferencia para invertirla de la mejor manera posible, así acumulábamos el capital que nos permitiría, en el futuro, poder dejar de trabajar por obligación. A ver, hace 300 años que se sabe que el juego se llama capitalismo, ¿no? No es tan difícil.

Entonces K.V., mi amigo hindú, con la sabiduría que le da su cultura milenaria, me planteó "no hay un límite para esa acumulación, siempre vas a necesitar más".

A lo que le respondí "Sí que hay límite: con mis amigos calculamos que con 400.000 dólares se puede vivir muy bien en Argentina sin comerse el capital".

Y el hindú se llamó a silencio.

Civilización occidental judeocristiana 1 - Hinduísmo 0.

La respuesta de Marcos Aguinis a la nota de Horacio Verbitsky

Creo que vale la pena reproducir en su totalidad este un-dos-tres-uppercut de Aguinis a Verbitsky.

Con pena y sin odio
Por Marcos Aguinis*

Es evidente que Horacio Verbitsky suda odio y resentimiento. Por eso debe sentirse dichoso como escriba de Néstor Kirchner. Ahora lo proyecta en contra de mí con llamativa obsesión. No quería responderle para no infligirle una herida. Una profunda herida. Además, sus acusaciones son groseramente falsas y ya las he desmentido varias veces. Confieso que me cansa repetir explicaciones, máxime si se basan en calumnias. Aprendí de Arturo Frondizi que no se las debe contestar. Por último, no me agrada escribir sobre mí.

Pero en fin, dedicaré un rato a dar respuesta a las mentiras de Horacio Verbitsky. También anuncio a los periodistas que no me prestaré a seguir con un debate tan estéril. Mi atención es demandada por cosas más importantes.

Sin conocer la vida de Horacio, confieso que lo admiré cuando publicó Robo para la corona. Me pareció una investigación seria y valiente. Util para nuestro vapuleado país. Además, sentía un gran respeto y valoración por la vida y obra de su padre, el novelista y periodista Bernardo Verbitsky.

¿Por qué empiezo con la memoria de su padre? Porque Horacio la mancilla. Me explicaré mejor.

Yo había conocido al escritor Bernardo Verbitsky cuando viajó a Río Cuarto para presentar su gran novela Etiquetas a los hombres. Pudimos hacer un aparte y hablar horas. Coincidíamos en nuestra decepción del sistema soviético, pese a mantener vivos los ideales y valores de la izquierda, y estábamos irritados con quienes calumniaban sistemáticamente a Israel. Bernardo se había convencido de que el anti israelismo muchas veces encubre judeofobia. Lo expresaba en su novela y en las conversaciones. Además, había tenido el coraje intelectual de criticar a Jean Paul Sartre por haber negado el gulag soviético.

Meses después me escribió, porque había empezado a trabajar en la DAIA. Descubrió un cuadernillo que yo había publicado en Río Cuarto, titulado “La cuestión judía vista desde el Tercer Mundo”. Había persuadido a las autoridades de esa institución de que efectuaran una reedición masiva, y solicitaba mi permiso. Yo acepté encantado. Cuando más adelante me radiqué en Buenos Aires, lo visité en repetidas ocasiones. Entre otros temas, hablamos sobre la suerte que tuve de abandonar la provincia de Córdoba antes del golpe de Estado, porque allí algunos empezaron a decir que yo me había “fugado”. Tenía sobre mis hombros el delito de haber publicado La cruz invertida y ser el intelectual más conspicuo de la ciudad, después del magnífico Juan Filloy. Bernardo estaba seguro de que si me hubiese quedado allá, podría haber corrido la suerte de muchos desaparecidos. Los dos sufríamos al enterarnos sobre el desfile de familiares que concurrían a la DAIA para buscar ayuda sobre parientes arrancados de sus casas. Fue entonces que surgió la iniciativa que, con patética bajeza, Horacio me achaca. No fue una bajeza, sino una determinación de la que me enorgullezco.

Frente a Bernardo Verbitsky los directivos de la DAIA me explicaron que hasta entonces sólo se habían ocupado de cultivar relaciones con políticos y gremialistas. Pero nunca con hombres de las Fuerzas Armadas. Para llegar a los altos mandos y gestionar el paradero y la libertad de gente desaparecida, estaban impotentes. No tenían muchos caminos, porque el antisemitismo era intenso. Por esa razón publicaron un cuadernillo sobre el general José de San Martín, encargado a un historiador llamado Grosso (que yo no conocía, pero sí Bernardo) y donaron la abultada edición al Ejército.

De esa forma, establecieron contactos que les permitieron rescatar a algunos jóvenes. Querían llegar también a la Marina. Enterados de que en el año 1977 se cumplirían dos siglos del nacimiento del almirante Guillermo Brown, lucubraron publicar otro cuadernillo dedicado a este prócer y actuar de la misma manera. Bernardo Verbitsky se entusiasmó con la idea y afirmó que yo era el escritor indicado. Mi reacción fue negativa, quizá porque me sublevaba tener que bajar la cabeza ante los represores. “¡Pero se salvarán vidas!”, exclamó Bernardo, con los ojos brillantes por alguna lágrima.

En la misma época me habían invitado a dictar conferencias en Caracas (la democrática Venezuela que recibía muchos exiliados argentinos). Como lectura de viaje llevé en mi maletín materiales sobre historia de la Marina nacional. Hasta ese momento no existía una buena biografía de Brown. Sus peripecias me encantaron. Era un personaje que hubiera seducido a Dumas, Salgari, Conrad, Melville.

A mi regreso acepté escribir el cuadernillo, pero sólo si yo me reservaba los derechos de una nueva edición. La DAIA estuvo conforme, sólo quería imprimir 5 mil ejemplares y donarlos a la Marina, para tender el puente que lograse rescatar a la mayor cantidad posible de desaparecidos. Hablé varias veces con Bernardo Verbitsky fuera de la DAIA, para pensar la forma del texto. Le gustó que empezara a mitad de su heroico periplo, porque atraparía el interés del lector. Quien se ocupaba de traerme las pruebas de imprenta ¡a casa! era Herman Schiller, otro redactor de Página/12 que pronto lanzó el valiente periódico Nuestra Presencia, muy crítico del régimen, y donde yo colaboré con intensidad. Schiller también trabajaba en la DAIA. Cuando falleció Bernardo en 1979, ahí publiqué una extensa necrológica titulada “Bernardo Verbitsky también es América”, parafraseando su novela Villa miseria también es América.

Mi folleto se fue extendiendo hasta convertirse en libro. Cuando estuvo terminado e impreso, la DAIA pidió a la Marina que le permitiese efectuar la donación de una forma solemne, para que este esfuerzo se irradiase a todos los mandos y, fundamentalmente, a los sitios de detención (este objetivo no fue expresado, lógicamente). En la DAIA me dijeron que yo debía concurrir, como autor del texto. Me pidieron que estuviese listo para acompañarlos apenas me avisaran. El acto se demoró bastante. Por fin se accedió a recibir la donación y a los directivos de la DAIA en el Edificio Libertad. El acto fue extremadamente informal, todos de pie, apenas se sirvió una bebida y habló el director de la Biblioteca, quien puso en claro que no todo el libro había gustado, aunque agradecía este esfuerzo.

Massera NO concurrió. Un directivo de la DAIA preguntó si daban a conocer este acto a la prensa, dada la absoluta ausencia de periodistas. La respuesta fue categórica: “¡No! ¡De eso nos ocupamos nosotros!”. Y, en efecto, se ocuparon de que no saliera ni una línea en ninguna parte. No les resultaba grato que una biografía sobre Brown hubiera sido escrita por un judío e impresa por la DAIA. Sólo apareció una nota en el Diario Israelita.

De modo que Horacio miente cuando se refiere a este tema. Y yo estoy feliz de haber contribuido desde mi trinchera de escritor a salvar varias vidas. Además de haber escrito una obra sobre Brown, de cuyo ritmo y calidad no me arrepiento.

Por la misma época, Horacio Verbitsky estaba contratado por la Fuerza Aérea, pese a su pasado de montonero. ¿No debería darnos alguna explicación sobre su directa colaboración con sus odiados represores, ya que pide decencia? Mientras yo trataba de salvar vidas, ¿qué hacía él? Para no agregar: ¿qué hacían sus patrones, los Kirchner?

Otra grosera mentira de Horacio es afirmar que yo fui funcionario sólo 11 meses. Once meses fui secretario de Cultura, pero desde el 10 de diciembre de 1983 me desempeñé como subsecretario de Cultura. Y después de enero de 1987 seguí como secretario de Estado a cargo del Prondec (Programa Nacional de Democratización de la Cultura), considerada la idea más original de la XXIII Conferencia Mundial de la Unesco en Sofía, y que recibió apoyo y ayuda de las Naciones Unidas. Por ese programa, años más tarde fui nominado dos veces al Premio Educación para la Paz de la Unesco por iniciativa de otros países –enterados de la obra que había realizado para la activa participación de la ciudadanía–, ya que el embajador argentino decidió no respaldar mi candidatura debido a mi oposición política, seguramente.

Mi actividad pública cursó toda la gestión del presidente Alfonsín (cinco años y ocho meses), desde el primer al último día. Y conté con su apoyo entusiasta. El no olvidaba mis trabajos en el CPP (Centro de Participación Política), la Carta esperanzada a un general, que publiqué en pleno gobierno castrense, mi lucha contra todo tipo de censura (por eso nos llamaban “democracia pornográfica”), el odio que me tenía la ultraderecha (expresado por la revista Cabildo) y las tareas para hacer florecer una inolvidable primavera cultural en todo el país. Al terminar mis funciones, emergí más pobre que nunca, porque había desatendido mi consultorio profesional y debía reiniciar casi de cero.

Revela Horacio Verbitsky una bajísima calidad moral al acusar falsamente a mi fallecida esposa de haber utilizado mi auto oficial para asuntos domésticos. Nunca ocurrió tal cosa. Además, muchas veces ni yo mismo lo usaba porque era un cascajo con olores asfixiantes. Era más cómodo desplazarnos en nuestro auto o en el transporte público. ¿Qué pruebas tiene para lanzar semejante embuste?

En cuanto a su reiteración sobre mi jubilación de privilegio, ya he aclarado en cartas de lectores y otros medios que no es tal, porque hice todos los aportes necesarios, como marca la ley. Es más: pagaba en varias cajas simultáneamente por mis diversas actividades, y lo hacía desde muy joven, cuando me designaron jefe de Trabajos Prácticos en la cátedra de Neurología de la Universidad Nacional de Córdoba poco después de recibido.

En cuanto a mi posición sobre Oriente Medio, vuelve a mentir, y espero que sea por ignorancia. Debería leer mi novela Refugiados, crónica de un palestino y advertir la ecuanimidad y la información con que manejo este difícil problema. Pero ocurre que soy un judío que puede defender a los palestinos en sus justos derechos sin tener que, al mismo tiempo, renegar de los justos derechos que también asisten a los israelíes. No padezco auto odio.

Y bien, Horacio. Ahora que he limpiado varios asuntos de tu letrina, podés dedicarte a investigar mi otro rubro: mi familia. Tal vez descubras que cuando pequeño le levanté la voz a mi abuelita y entonces demostrarás que soy un degenerado. Porque tu objetivo es descalificar a las personas, no un debate racional. Ya te conocen.

Espero que después de esta larga explicación (sobre la que pido disculpas a los inocentes lectores), se calme tu odio, respetes mejor a tu noble padre y, sobre todo, te parezcas más a él.

*Escritor.

La mentira de la justificación morenista del Indec

El Kirchnerismo justifica el dibujo de las estadísticas del Indec, empezando por el Indice de Precios al Consumidor, bajo el argumento - sottovoce- de que le ahorra dinero a la Argentina en tanto hay deuda que se ajusta por inflación. Maximilano Montenegro le pone números y echa por tierra ese argumento falaz:
La inflación aumenta la deuda pública en pesos, ajustada por el CER, alrededor de un tercio de la deuda total. Sin embargo, todas las cuentas siderales que se difunden sobre cómo crece el capital de la deuda por cada punto de inflación adicional carece de sentido. La mayoría de los bonos en pesos tienen vencimientos de capital recién en los próximos 20 a 35 años. (...)

Lo importante es lo que paga el Estado, todos los años, en concepto de vencimientos, fundamentalmente de intereses de esa deuda. Pues bien, por cada un punto de inflación extra (que agranda el capital, sobre el cual se calcula el interés a pagar), el Gobierno debe abonar 33,5 millones de pesos adicionales al año. Si se considera el lapso entre enero de 2007 y junio de 2009, Moreno subestimó la inflación en 40 puntos (la diferencia entre el IPC oficial y el calculado por el Centro Buenos Aires City de la UBA), entonces el Gobierno se habría ahorrado unos $ 1.340 millones en vencimientos de bonos con CER. Sin contar que varios de esos títulos están hoy, en buena medida, en poder de la ANSES.

Sin embargo, al subestimar la inflación, el Gobierno también sobreestima el crecimiento del PBI. Y resulta que la Argentina paga todos los años un cupón ¡en dólares! a los acreedores por cada punto extra de aumento del PBI. Por cada punto que se infla el crecimiento, hay que abonar unos 100 dólares. En el cálculo más conservador, Moreno engordó el PBI tres puntos más de la cuenta: es decir, u$s 300 millones ($ 1.140 millones) que el Estado deberá gatillar de más por los garabatos del Loco. A nivel global, una y otra cuenta casi se compensan.

En síntesis, el impacto fiscal de los dibujos de Moreno es intrascendente. Una historieta que el Napia vendió para darles un tono épico a sus andanzas.
(Fuente: Crítica de la Argentina).

Y eso sin tener en cuenta el costo de la incertidumbre que, con justicia, castiga a los bonos argentinos. Y eso, se mide en dólares. Vean si no: "Hay títulos [argentinos] que prometen rentabilidades superiores al 20% en dólares, cuando Brasil paga 5,75% y los papeles de un país tan cuestionado financieramente como Venezuela, 14,5%".

La izquierda radical busca un enemigo

Interesante nota sobre la política exterior de Obama en Safe Democracy:

La izquierda que base su proyecto en su antiamericanismo, al igual que el fundamentalismo islámico, quedó descolocada.

El gobierno de Obama no apoya golpes y no es intervencionista. Chávez, Castro y sus aliados del ALBA están muy frustrados con la Casa Blanca, porque el presidente estadounidense no está actuando como un típico imperialista, según sus manuales.

La izquierda dogmática debe cambiar su libreto pero no puede. Es un sacrilegio para su fundamentalismo ideológico. Necesita que el malo de la película sea Estados Unidos, para justiciar todos sus males e ineficiencias. El eterno cuento del enemigo externo es el oxígeno de sus proyectos políticos y hoy, para su desgracia, no llega desde el norte.

Leer completo en Safe Democracy.

Gataflorismo en La Nación

Cuando no lo hace, lo critican por eso. Pero ahora que el gobierno relanzó el tema de las internas abiertas, como no lo pueden criticar porque antes lo reclamaban, le buscan el "oscuro motivo oculto" para no reconocer nada bueno nunca. Esto en la tapa de La Nación Online hoy:

Qué estrategias pueden subyacer al proyecto oficial para reinstalar las internas abiertas
09:37 Analistas consultados por lanacion.com advirtieron que el relanzamiento del proyecto podría estar vinculado con la pérdida de poder de los Kirchner en el PJ; coincidieron en que no es un debate prioritario. Por Tamara Krell
Necesitamos medios que cuando se tomen medidas con las que coincidan, lo reconozcan. Una interna abierta no puede ser buena si la propone Ricardo Lopez Murphy y mala si la propone Cristina Kirchner. En esto, La Nación se parece a los micropartidos de izquierda, que cuando ya no tienen nada que criticar, porque coinciden en un 100% con la medida, usan la última carta que les queda en el mazo: criticar "el oportunismo" de la misma.

20 de julio de 1969

Me confieso fan de la llegada del hombre a la Luna, uno de los hitos más fascinantes y meritorios de la especie humana. Cada vez que veo un documental (y ahora están de moda) me parece increible. Qué dirían los antiguos griegos que admiraban al cielo si les contáramos que un hombre llegó ahí y volvió...

Aprovechen para ver muchos documentales de los 12 astronautas que pisaron suelo lunar en las diversas misiones Apolo, así generamos anticuerpos contra los paranoicos que piensan que es todo un invento de Hollywood (me he cruzado con gente que piensa eso). Fucking conspirativos. Los EEUU nunca llegaron a la Luna, el Holocausto no existió, y la Evolución es un invento de los que quieren voltear a la Iglesia. Me sacan.

Pero bueno, por el sentimiento de unidad internacional que causó la llegada a la Luna hace exactos 40 años, en Argentina se conmemora el Día del Amigo, así que aprovecho para saludar a todos los que pasan, leen y comentan con buena onda!

Los más grandecitos, se acuerdan qué estaban haciendo ese 20 de julio de 1969? Yo no había nacido...

PD: Lamentable la utilización de la palabra "invasión" por parte de Crítica Digital. Claro, "son yanquis, así que invaden". Idiotas.

Obama festeja la invasión al espacio

El presidente estadounidense recibirá a los astronautas de la misión Apolo 11, los primeros en pisar la superficie lunar, en la Casa Blanca.

Muertos en accidentes de tránsito bajaron un 50% en Buenos Aires

¿Bajar la siniestralidad vial es de derecha o izquierda? Discusión ridícula; políticas claras y efectivas aplicadas con seriedad lograron este importantísimo hito.

Los accidentes mortales de tránsito en la Ciudad de Buenos Aires durante el primer semestre de 2009 bajaron a la mitad respeto al mismo período del año anterior.

En los primeros seis meses del año se registraron 37 muertos por accidentes de tránsito contra 74 del semestre inicial de 2008, de acuerdo con datos proporcionados por la Policía Federal.

Del total de 2009, 16 fallecidos corresponden a peatones, 14 a motociclistas y 7 al resto de personas que circulaban en otro tipo de vehículos.

En tanto que en el mismo segmento temporal de 2008, las personas fallecidas fueron 36 peatones, 17 motociclistas y 21 personas que viajaban en otros medios de transporte.

En otro orden, debido a la intensificación de los controles de alcoholemia dispuestos por el Gobierno de la Ciudad, el porcentaje de casos positivos se redujo un 30 por ciento y en la actualidad representa el 0,7 por ciento de los conductores testeados.

Este índice es similar a la media registrada en países como España.

Entre otras acciones realizadas por el Ministerio de Justicia y Seguridad para mejorar la seguridad vial, figuran el Sistema de Evaluación Permanente de Conductores, los controles de velocidad y la campaña de concientización y control del uso de de cascos, segmento en el que se registra un descenso del 18 por ciento en el número de víctimas fatales.
(vía el GCBA)

El tránsito, el tránsito, lo hacemos entre todos... el tránsito seguro también lo hacés vos.

De viaje

Estoy fuera del país por trabajo y con poco tiempo y acceso a internet. Sepan disculpar el nulo posteo.

Les dejo una foto desde la habitación del hotel.

Nabucco: Poder y Estrategia 101

Considero a la siguiente la definición más acertada de "Poder":

Capacidad de una persona, grupo u organización (de cualquier tamaño) de forzar a otra persona, grupo u organización a realizar algo que no haría por voluntad propia.

Esa capacidad ("poder") reside en el control de algún recurso que se usa o se amenaza con usar. Moyano puede parar todos los camiones del país. Telecentro puede cortarme el cable si no pago. Los Ayatollahs de Irán tienen a las milicias Basiji apuntadas contra los "revoltosos" de su propio pueblo.

Por Rusia pasan los gasoductos que llevan desde Asia el 80% del gas que Europa consume. Muchas de las concesiones que Occidente tuvo que hacer a los matones que gobiernan Rusia están basados en este poder real de matar de frío a media Europa (amenaza que ya ha llevado a cabo el pasado invierno septentrional). O sea, Rusia puede torcer decisiones de la UE porque tiene Poder, entre otros, en el control del grifo de gas.

La estrategia número cero de toda organización es asegurar su supervivencia. Y simétricamente con lo que vimos del Poder: ¿cuál es la estrategia número uno, la que toda persona, grupo u organización debe llevar a cabo para cumplir con la cero (supervivencia)?

Ampliar sus grados de libertad.

En otras palabras, remover trabas para ampliar su margen de acción presente y futuro.

Esto es lo que por fin hará la UE, según leemos en Clarín:
La UE construirá un gasoducto que evitará pasar por Rusia

La Comisión Europea anunció hoy un acuerdo entre Turquía, Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria. Apuntan a que Rusia ya no pueda dejar a Europa sin gas.
El gasoducto se llamará Nabucco (¿donosor?) y Turquía lo venía bloqueando como factor de presión para su entrada en la UE (como se ve, los turcos también tienen intereses y poder, de acuerdo a la definición de arriba).

Sí, me gusta analizar la política internacional con el lente "realpolitik" porque va a lo básico: los entes (países, organizaciones, grupos, personas) y las relaciones de poder que tienen entre ellas en pos de capturar los recursos (dinero, petróleo, comida, votos, puestos gubernamentales, contratos, minas :). Lo demás es comentario; ve y aprende.

¿Por qué la justicia es lenta?

En Crítica salió un muy buen artículo llamado ¿Por qué la Justicia es tan lenta en la Argentina?, tema que tocamos acá, acá y acá y que nos importa por varios motivos pero, entre otros, por la inseguridad.

Digo que es muy bueno porque su autor Patricio Carballés da en el clavo, poniendo el foco en que los caminos de la justicia dependen de los códigos procesales que cada provincia tiene, los cuales, para peor, son interpretados de manera distinta por cada juzgado:
El sistema jurídico de nuestro país se estructura en base a un orden normativo jerárquico, en el cual prevalece la Constitución nacional y los tratados internacionales por sobre las normas locales, que deben ajustarse a éstos. El asunto es muy técnico, pero si vamos a los efectos prácticos, existen normas de fondo que son de aplicación para todo el país y normas procesales que sirven de aplicación para las jurisdicciones locales. En la práctica, las normas que dominan los juicios son las normas procesales y su interpretación, alcance y extensión no son de aplicación automática sino que están, en gran medida, sujetas a interpretación por los jueces. Los códigos procesales son los que establecen el procedimiento a seguir en los juicios, pero en la práctica los abogados siempre dicen que existe un procedimiento distinto para cada juzgado, lo cual es una absoluta verdad. ¿Por qué los procesos se alargan? Porque las interpretaciones que se dan les sirven a los litigantes para alargarlos.
En mi trabajo me la paso entrevistando gente (les llamamos usuarios) y leyendo documentación para entender los "procesos de negocio". Procesos de negocio son las cobranzas, las compras, los movimientos de stock entre sucursales, la conciliación bancaria, etc. El sistema judicial tendría sus propios procesos los cuales podrían ser relevados y unificados.

Hay muchas metodologías distintas en sistemas, pero siempre debe haber un análisis que ayuda a entender cómo funciona el negocio hoy (AS IS), para luego hacer un diseño para determinar cómo va a funcionar el negocio (TO BE) una vez que empiecen a usar el sistema que estamos implementando.

Los métodos de recabamiento de la información son variados y las formas de volcar eso a papel son más variados aún, pero no me voy a meter en el tema a menos que a alguien le interese (cri cri...).

El punto al que voy es que si tuviera que hacer el AS IS de la justicia Argentina, me encontraría no sólo que cada sede provincial tiene un proceso distinto (lo cual muchas veces se da) sino que cada usuario (juez) tiene un método distinto, con sus pasos y tiempos. Y peor: en muchos casos, cada juez-usuario simplemente no tiene un método y aplica la discrecionalidad en etapas que no deberían ser discrecionales.

Cuando se dan esos casos en el AS IS, en los TO BE tratamos de unificar y consolidar los procesos, para que difieran en lo menos posible. Juntamos a todos los usuarios y tratamos de que lleguen a un proceso de negocios TO BE que todos acepten ("se va a pagar con cheques sólo de estos bancos" o "para el pago de anticipos se requerirá factura del proveedor") con el poder que nos confiere el sponsor del proyecto (algún grosso del directorio que es el principal interesado en unificar procesos).

¿Se podrá hacer lo mismo en la Justicia?

El articulista solicita "el establecimiento de cánones objetivos de calidad en la aplicación de la justicia" y afirma que la "solución debe salir del dictado de normas a través del propio Poder Judicial y de los ministerios públicos como órganos diferentes en las provincias que corresponda, y siempre partiendo desde sus órganos superiores hacia los inferiores".

Lamentablemente, no me queda claro qué quiere decir con "el establecimiento de cánones objetivos de calidad". Me hubiera gustado que, como hacemos los sistemos, "unificara lenguaje", dando más detalles y ejemplos de lo que significa eso porque seguro que cada persona que lo lee se imagina otra cosa (o no se imagina nada). Como decía mi papá, "no des nada por obvio, nada es obvio".

Anyway, les invito a leer el resto de la nota acá.

Rap 2 Spain



Conviene mirarlo desde la página de youtube, porque allá la calidad es mejor.

Vía Fabián. Fuente original: www.rap2spain.com, donde pueden ver un video del rappero Yair, musico chileno-israelí quien nos obsequia su música, entre otras cosas.

Inauguraron la primera escuela secundaria en la Cárcel de Devoto

Seguimos con el PROgresismo de los hechos: el ministro Narodowski comenta sobre la inauguración que tuvo lugar hace unos meses de la primera escuela secundaria en una cárcel (la de Devoto).









¿Algún medio lo levantó? Yo recién me entero.

Aplausos, es parte de lo que dijimos acá.

Terragno convoca al Plan 10/16

El autor de esta nota afirma que nada cambiará con las elecciones del domingo, y convoca a un “acuerdo mínimo” de todas las fuerzas políticas para impulsar un proyecto nacional que cubra el período entre el Bicentenario de Mayo y el Bicentenario de la Independencia. Anuncia que trabajará junto con expertos en un plan para dejar atrás un país con instituciones débiles, una economía rezagada y pobres indicadores de desarrollo humano.

El artículo fue publicado en Diario Perfil el 28/06/2009 pero a mi me lo mandó terragno@gmail.com, ¡ja!

El Plan 10/16

Mañana, cuando despertemos, el país no habrá cambiado. Los diarios, las radios y la televisión sugerirán que sí. Exagerarán las consecuencias de algunos triunfos y de algunas derrotas. Sin embargo, ningún resultado hará que, a partir de la semana entrante, la Argentina inicie un proceso de perfeccionamiento institucional, desarrollo económico y justicia social.
La campaña que termina mostró caras sonrientes, intercambio de ofensas y palabras vacías. Las “propuestas”, en general, fueron ofertas huecas.
Las elecciones de hoy sólo podrían ser el inicio de una etapa promisoria si –salvaguardando sus respectivas identidades y aspiraciones— las distintas fuerzas políticas buscaran un acuerdo mínimo, que permitiera impulsar sostenidamente el desarrollo institucional, económico y social.
No hay otra forma de garantizar que la Argentina deje de ser un país con malformaciones estatales, una economía rezagada y pobres indicadores humanos.
Tengo el propósito de incentivar ese acuerdo, poniendo sobre la mesa el Plan 10/16, que no se limitará a un período de gobierno: comprenderá seis años, entre el Bicentenario de Mayo y el Bicentenario de la Independencia.
Hace dos siglos, un sexenio bastó a los fundadores de la nacionalidad para hacer, de la nada, todo. Antes de entrar en el Plan 10/16, conviene recordar aquel esfuerzo.

Un poco de historia. Cuando Napoleón se adueñó de España y secuestró a Fernando VII, los virreinatos americanos quedaron a la deriva. Inexpertos en la administración pública, la provisión de justicia y la conducción de ejércitos, los criollos debieron improvisarse en tamañas responsabilidades.

Un naciente patriotismo los hizo trabajar con denuedo, superar adversidades y lograr el éxito.
Ante todo, se enfrentaron a los virreyes, que les negaban el derecho de formar –como en España-- juntas populares de gobierno.
En seis semanas lanzaron la campaña al Alto Perú y, a 166 días de la Revolución, llegó el primer triunfo: en Suipacha, actual Bolivia.
Buenos Aires no estaba sola. El interior se sumó a su empeño y en diciembre nació la Junta Grande.
Hubo hasta una precoz política internacional. Cuarenta y horas después de instalada la Primera Junta, un comisionado partió a buscar armas y apoyo político en Londres. Meses más tarde, dos criollos se reunieron en Washington con el Secretario de Estado, James Monroe, quien les prometió reconocer a las Provincias Unidas y les facilitó –a través de armeros privados— 18.000 fusiles del arsenal norteamericano.
En 1812, Manuel Belgrano, sin formación castrense, obtuvo en Tucumán y Salta dos victorias trascendentes. Con ellas impidió que el Virrey José Fernando Abascal cumpliera su amenaza de llegar desde Lima hasta Buenos Aires.
José de San Martín, apenas arribado de la Península en 1812, fue puesto al frente de los Granaderos a Caballo y, más tarde, del Ejército de los Andes, destinado a liberar a Chile y Perú.
La Asamblea del año XIII creó un cuerpo de derecho criollo. Suprimió la Inquisición, separó a la Iglesia del Estado, prohibió “el detestable uso de los tormentos”, extinguió los títulos de nobleza, determinó que todo niño nacería libre, y acabó con los privilegios de los primogénitos.
Desafió, así, vivos intereses y nutridos prejuicios. Por lo demás, creó un sistema monetario, aprobó símbolos nacionales y elaboró un proyecto de Constitución. El Ejecutivo pasó a ser ejercido por un presidente, con el nombre de Director Supremo. Mucho antes de la declaración expresa de su Independencia, la antigua colonia tenía forma de nación.
No fue un tiempo idílico: hubo, entre sus líderes, agrias disputas y hasta hechos violentos. Sin embargo, a todos los unía la avidez de independencia y la voluntad de sacrifico.

Proyectos nacionales. A lo largo de casi 200 años, la Argentina creció, convulsivamente, por razones aleatorias o proyectos que quedaron truncos.
Cuando las naciones industriales no se alimentaban a sí mismas, el país fue “el granero del mundo”. Vivió un corto tiempo de bonanza y supo aprovecharla, haciendo obras de infraestructura y creando un formidable sistema de educación.
Luego sobrevino el “deterioro de los términos de intercambio” y, con las materias primas en baja, la Argentina no supo qué hacer.
Hubo, en 1946-1955, un progreso industrial. Para lograrlo, se levantaron barreras arancelarias, creando así un mercado cautivo. Falto de artículos importados, ese mercado debió conformarse con productos nacionales de inferior calidad; pero su sacrificio temporal permitió la expansión de la industria liviana y, con ella, el nacimiento de una clase obrera a la cual Juan Domingo Perón otorgó derechos y entidad política.
Claro que, sin autonomía energética ni industria pesada, aquella industria era poco competitiva: la Argentina no podía exportar ni abrir su mercado interno. Para lograr la eficiencia necesitaba, entre otras cosas, extraer el petróleo de lo profundo y convertir hierro en acero. El ahorro interno resultaba exiguo a tales fines y, en 1958-1962, se recurrió al capital internacional. Eso dio lugar a la autarquía petrolera y a una vital siderurgia. No obstante, el derrocamiento de Arturo Frondizi interrumpió aquel proceso.
Durante los 90 se pensó que el Estado no necesitaba (o no debía) impulsar el desarrollo. Según el dogma de la época, el mercado era insuperable en la tarea de asignar recursos y producir riqueza. Esa confianza –unida a un peso sobrevaluado-- condujo a cuatro años de recesión, altas tasas de desempleo y la hecatombe de 2001.
En los últimos años, China multiplicó la demanda global de alimentos y tuvimos otra oportunidad de acumular riqueza; pero esta vez no supimos aprovecharla.
La Argentina imitó a la cigarra, no a la hormiga. Creyó que había encontrado un “modelo” y se durmió en los laureles.

Cómo estamos. Siempre que analizamos las diferencias que nos separan del mundo desarrollado –cuyo producto per cápita es 5 a 10 veces superior al nuestro-- nos alarmamos pero, a la vez, nos consolamos: nosotros “gozamos” de un “desarrollo medio” y, aunque no tengamos los indicadores de Estados Unidos o Europa, somos “privilegiados” respecto a la mayoría de los países del mundo.
Para comprender nuestra real situación debemos compararnos con otros países de desarrollo medio. Nadie imagina que estemos tan mal como prueba la siguiente tabla, donde se registran algunos productos per cápita (en dólares corrientes), escogidos del último informe del Banco Mundial:


Croacia

10.460

Lituania

9.920

Libia

9.010

México

8.350

Chile

8.350

Argentina

6.050

Los indicadores sociales reflejan esta debilidad económica. La mortalidad infantil, por ejemplo, es alarmante. Esta es la cantidad de niños que no llegan a los 5 años, por cada 1.000 nacidos vivos:

Croacia

6

Filipinas

7

Serbia

8

Tailandia

8

Chile

9

Argentina

16

Bases del Plan. A veces, “el remedio es peor que la enfermedad”. Cuando una política económica o social tiene efectos secundarios o colaterales, lo que beneficia en un sentido, puede perjudicar en otro. Si se quiere conseguir todo a la vez, hay que saber cómo contrarrestar las consecuencias no queridas.
Es necesario considerar, por ejemplo, que:

  • Para lograr la indispensable cohesión social, se debe redistribuir ingresos. Pero eso hará que “los de abajo” ganen más y” los de arriba” menos. Si la redistribución se hace gravando desmedidamente las ganancias, desalentará la inversión, y esto afectará a la economía. Será un boomerang.
  • Un modo de redistribuir consiste en reducir los impuestos a la producción y el consumo (retenciones, IVA, cheque), que no distinguen entre ricos y pobres. Pero implantar un nuevo régimen tributario, centrado en los impuestos que se ajustan a la capacidad contributiva de cada uno, puede desfinanciar, durante un período, al Estado.
  • Para aumentar la productividad, hace falta más tecnología. Pero máquinas y software reemplazan personal. Esto puede causar, al menos transitoriamente, desempleo.
  • Para tener una economía fuertemente exportadora, se requiere un tipo de cambio competitivo. Pero un “dólar caro” puede provocar inflación.

El plan que propongo debe reconocer los posibles efectos secundarios o colaterales y el modo de contrarrestarlos.
También debe tener en cuenta que todo poder está sometido a restricciones (externas e internas; históricas, culturales, políticas y económicas), por lo cual una estrategia de desarrollo institucional, económico y social ha de prever la manera de correr los límites que tales restricciones ponen a la voluntad.
Ese es el desafío que deberíamos asumir entre ambos bicentenarios.

terragno@gmail.com