Cuenta Nora Bär la gesta de Sadosky et al por traer al país la primera computadora:
Para la mayoría de los mortales, Clementina es el nombre de una tradicional canción norteamericana, de la protagonista de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos , el film protagonizado por Jim Carrey y Kate Winslet, o el himno que cantan algunas hinchadas del fútbol británico.
Pero para quienes tienen más de 50 años en este país, Clementina es un hito: fue la primera computadora científica que llegó a la Argentina y la primera gran inversión que se realizó en el naciente sistema científico nacional.
A la distancia y en palabras del matemático Pablo Jacovkis, ex decano de la misma facultad, "dadas las permanentes dificultades presupuestarias y burocráticas de las instituciones estatales, parece realmente inverosímil".
Gracias a los desvelos del doctor Manuel Sadosky, en noviembre de 1960 llegaba al país una Ferranti Mercury de la que sólo se produjeron 19 unidades y cuyo costo, asegura Wikipedia, alcanzaba las 152.099 libras esterlinas (alrededor de 20.000.000 de dólares actuales). En mayo de 1961 ya estaba lista para ser operada en el Pabellón I de la Ciudad Universitaria.
Los registros históricos indican que tenía 5000 válvulas, era 50.000 veces menos potente que una PC actual y medía ¡18 metros de largo! Tampoco tenía monitor ni teclado: había que ingresar las instrucciones a través de tarjetas perforadas...
Alojada en el Instituto de Cálculo (también fundado por esos días para el desarrollo de la matemática aplicada), permitió la creación del primer lenguaje de computación argentino, resolvió cálculos astronómicos, ayudó a trazar modelos matemáticos de cuencas fluviales y se empleó en problemas lingüísticos y estadísticos.
Funcionó hasta mediados de 1971, cuando su mantenimiento se hizo imposible por falta de repuestos. El 6 de junio de ese año La Nacion publicó en su revista de los domingos el artículo "Una lágrima por Clementina", en el que informaba sobre su desmantelamiento y anunciaba que se reemplazaría por otra cuya licitación finalmente sería cancelada.
Para conmemorar la que es una de las historias fundacionales de la ciencia local, el Departamento de Computación organiza este año una serie de actividades que incluyen un concurso de cuentos ( www.dc.uba.ar/events/cincuenta/Bases_cuentos.pdf ). No ya para derramar una lágrima, sino para recordarla con legítimo orgullo...
Cuando me inscribí para el CBC en 1986 usaban un sistema de tarjetas perforadas. Me arrepiento de no haber guardado una como recuerdo del atraso tecnológico del país en ese entonces (¿en ese entonces?). Saludos,
ResponderEliminarmartín