La guerra civil que demoró 50 años nuestra organización nacional, el derrocamiento del mandato popular en 1930 y muchos otros eventos sociales perpetuaron nuestro descontrol.
Algunos autores como North y Olson relacionan la anomia con un mayor costo transaccional. Desde cuando nos quedamos en casa y faltamos al trabajo esperando al pintor y éste no viene, incumpliendo su contrato social, hasta cuando la policía nos pide coima (soborno, cohecho), la falta de confianza en el otro -porque descontamos el incumplimiento- es un factor más para nuestro subdesarrollo (y también consecuencia de, toda vez que la historia es un proceso dialéctico).
Los argentinos quieren vivir en un país como Canadá, pero no entienden que para eso tienen que comportarse como canadienses.
Sin embargo, soy optimista. Y creo que Cromagnon, boliche que se incendió el 30/12/2004 con 193 víctimas fatales, cuya sentencia se conoció ayer (link al fallo completo), fue un punto de quiebre. Allí todo lo que podía fallar, falló: habilitaciones por parte del GCBA y de los bomberos de la Federal, controles a la entrada del boliche, irresponsabilidad criminal de los músicos, sus seguidores y los organizadores (no me cabe a mí determinar la culpabilidad penal sino a la justicia). Allí se vio claramente que la desidia, mata. Que no hay que querer matar para matar. Que no hacer nada también produce muertes. Que ser un inútil de palabras bonitas también mata.
Después de Cromagnon cayó un gobierno (el de Aníbal Ibarra) de fuerte impronta neoliberal (!): dejar hacer, dejar pasar sin resolver nada, desguazar el Estado retirándolo de hecho (obviamente no de palabra, de palabra son el Che Guevara) de sus funciones básicas de control y nombrando amigos incapaces en puestos claves (la subsecretaria de Control y Gestión condenada penalmente ayer era una psicóloga que asumió simplemente por ser amiga de Vilma Ibarra, hermana de Anibal).
Asumió Telerman que empezó a tomar más en serio el área de habilitaciones. Ayudó el hecho de que nadie quería firmar nada por miedo a quedar pegado a otra tragedia. Y luego vino Macri que reestructuró por completo el área de habilitaciones, creando la Agencia Gubernamental de Control, incrementando la planta de inspectores, facilitando los trámites, clausurando varios boliches por fin de semana, sorteando quién hace las inspecciones, grabando las reuniones entre los vecinos y los gestores, incorporando controles de acceso que miden el tiempo que una persona pasa dentro del edificio para eliminar "gestores", etc.
Otro punto de quiebre fue en la época de Telerman, cuando se prohibió fumar en espacios públicos. Es imposible que los inspectores controlen las decenas de confiterías y restaurantes de la ciudad y eso se sabía, por lo que el éxito de la medida dependía más del control y el respeto mutuo de los vecinos más que de papá Estado que ordena y nosotros acatamos pero no cumplimos. Nadie creía que fuera a funcionar y por eso ver que hoy se cumple ayudó a sensibilizar de que el cambio de actitudes es posible.
Luego vinieron las motos sin casco. Hoy se ven pocos motoqueros con la cabeza descubierta. Otro logro.
Después las víctimas fatales de accidentes disminuyeron un 50% (!), como consecuencia de un mayor y mejor control y un mayor y mejor cumplimiento.
Falta mucho, pero estamos en camino y más que nunca, con el esfuerzo de todos.
UPDATE: Me apunta Esteban:
Adicionale lo de los bondis: Al dia de hoy no puedo creer que la Av. Cordoba esté colapsada, tengas dos carriles vacíos y nadie los tome porque son los del transporte público. Cuando veía los carriles de car pool en otros países decía "nunca va a funcionar en Argentina". Ahora creo que podemos.
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