Exceso de parlamentarismo

Nosotros nos quejamos de los (reales) problemas de los sistemas presidencialistas latinoamericanos con su autoritarismo, centralismo y rigidez. Pero el parlamentarismo israelí, siendo mejor que cualquier dictadura de la zona, hace agua por todos lados. Su principal debilidad es que da demasiado poder a los partidos más chicos, como el Shas (el partido ortodoxo sefaradí) o Israel Beiteinu (Israel nuestro hogar), porque son fundamentales para lograr una mayoría para elegir -y sostener- a un primer ministro.

Tiene la ventaja de que permite que llegue a la Knesset (parlamento) un gran mosaico de expresiones políticas de una sociedad tan heterogénea como la israelí. Pero es demasiado líquido. ¿Cómo puede ser que la primera minoría no pueda formar gobierno, pase a la oposición, y que si el partido no hace lo que quieren las principales figuras, amenacen con abrirse con un partido propio, y que tengan alta probabilidad de tener éxito? (En noviembre había amenazado Mofaz, ahora Livni).

Leemos en la Noticia del Día de la Revista Horizonte (me suscribí para que me llegue todos los días por mail).
A pesar de las intenciones de la líder de Kadima, Tzipi Livni, de acercarse a la oposición, el número dos del partido y ministro de Transportes israelí, Shaul Mofaz, manifestó ayer que lo mejor sería que el Kadima, ganador de las elecciones celebradas en el país, aceptase finalmente formar parte de la coalición de gobierno que pretende formar el líder de Likud, Benjamin Netanyahu. "El pueblo quiere ver un gobierno de unidad", precisó Mofaz (...) y añadió que "los ciudadanos no nos dieron 28 mandatos para que ahora nosostros nos pasemos a la oposición", añadió. "Tenemos grandes retos a los que debemos enfrentarnos y debemos hacerlo desde el gobierno", continuó el ministro israelí, aunque enfatizó que "si al final no alcanzamos el acuerdo que conlleve un cambio en el sistema gubernamental, entonces sí acabaremos en el otro bando". Desde que el presidente israelí, Shimon Peres, encargase a Netanyahu la formación de un gobierno de coalición el pasado viernes, las negociaciones giraron en torno a intentar convencer a Kadima de que se uniera para formar el nuevo ejecutivo que también incluiría a pequeños partidos de derechas, ya que según el líder del Likud, son "compañeros naturales" de su formación y deben estar invitados a la creación del gobierno. Mientras tanto, Livni se niega a que su partido gobierne en coalición con el Likud, e incluso se ha llegado a barajar la posibilidad de que abandone su partido si finalmente se opta por esta alternativa (...)

Hago votos para que lo reformen cuanto antes. Posibles reformas que se me ocurren: eliminar la circunscripción única (que los parlamentarios sean elegidos por regiones, y accedan a la Knesset los partidos más votados en cada región) y elevar la cota mínima para acceder a una banca.

En el '92 se reformó para que el Primer Ministro se eligiera de manera directa, pero luego esto se revirtió, no funcionó.

Todo esto lo esbozo a mano alzada, si quieren leer un buen análisis vean el de Daniel Alaluf en la misma revista.

2 comentarios:

  1. Para usar términos de nuestro campo: "it's not a bug, it's a feature".

    La representatividad de las minorías es una gran virtud del sistema parlamentario.
    No solo limita el poder del ejecutivo, sinó que brinda una reconfirmación constante de la voluntad ciudadana.

    Y, por supuesto, previene lo que sucede en nuestro propio país: que una fuerza minoritaria (que sólo tuvo el 47% de los votos) tenga un poder casi absoluto, ignorando los intereses y necesidades de quienes no están alineados por completo con su programa.

    Claro que esto nos resulta chocante cuando las minorías en cuestión están en las antípodas de nuestra ideología (ultraortodoxos y ultranacionalistas), pero ese contrapeso es el que hace a una república más pluralista.

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  2. Mordejai: Al contrario, el control para que el ganador con un porcentaje altísimo como es un 47% tenga un poder "casi absoluto" es la división de poderes. Hay temas que requieren pasar por el congreso, como todo aumento de impuestos o el envío de tropas.

    Hay leyes que requieren mayoría simple y otras leyes que requieren mayorías más calificadas.

    Y el poder judicial que vela por la constitucionalidad de las leyes y de las acciones del ejecutivo.

    Lo que está mal en Argentina, por ejemplo, es cuando un gobierno tiene mayoría automática en la Corte Suprema (como hasta el 2003) y que el Congreso haya delegado al ejecutivo poderes y atribuciones que le corresponden "por la emergencia" (los famosos superpoderes).
    Y que una de las principales fuentes de recursos sean las retenciones (consideradas por varios constitucionalistas como no impuestos) es un problema que incide, a resolver teniendo en cuenta temas complicados como la coparticipación.

    Pero al menos se puede formar gobierno y gobernar.

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