Descartemos los increíblemente infantiles jueguitos de palabras con los que me he topado en más de una discusión: "Los árabes no pueden ser antisemitas ya que ellos son semitas". Según este falaz razonamiento, un clérigo musulmán llamando a matar a todos los judíos no es antisemita (sic).
A ver si nos entendemos: la palabra antisemitismo se usó desde su nacimiento en 1879 para denominar el odio a los judíos y como convención lingüística es aceptada por todos. Si te resulta confuso por su etimología, llamale judeofobia, pero la palabra que uses para denominarlo no va a cambiar la realidad de que el clérigo musulmán está llamando a matar a todos los judíos, así como un ranchito miserable no va a dejar de serlo porque lo llames "pintoresco, nena, pintoresco" (guiño para los lectores de Mafalda).
Recuerdo que uno de los que más usaba este argumento era Suhail Akel, ex representante palestino en Argentina, quien también afirmaba que Jesús era "palestino" (como si tal identidad hubiera existido en el siglo I) y no judío (sí, según Akel, el judío más famoso del mundo no era judío), con lo que no sólo daba vuelta la historia completamente, sino que lograba presentar el complejo conflicto de Medio Oriente como una nueva y explícita acusación de deicidio, con los judíos crucificando al "palestino Jesús". Textualmente lo decía así y me sube la presión de sólo recordar a este gran Goebbels que era Akel. ¡Y éste era de los palestinos "moderados"! Los de Hamás directamente te dicen lo que piensan en su carta fundacional aún vigente.
El nuevo representante palestino me cae mejor porque por lo menos no se le entiende cuando habla :).
Perdón por la digresión. Decíamos que "Es antisionismo, no antisemitismo" es una falacia.
La judeofobia u "odio irracional a los judíos" se caracteriza en la velocidad de sus mutaciones. El (I) "no tengo nada contra los judíos, el problema son los israelíes" rápidamente va mutando en (II) "no tengo nada contra los judíos, mientras no apoyen a Israel" y luego en (III) "no tengo nada contra los judíos que abiertamente repudian a Israel, todos los demás son sospechosos" para desembocar en (IV) amenazas de bomba o "escraches" contra empresarios judíos como Suar o Elsztain o ataques a sinagogas como el de la semana pasada en Venezuela.
Si por algo insistimos los judíos en que hasta la menor manifestación antisemita debe ser rápidamente condenada, es porque la velocidad de propagación y mutación de la judeofobia es como la metástasis de un cáncer pancreático: fulminante.
Veamos el ataque "antisionista, no antisemita" de la semana pasada en Venezuela, justificado plenamente, por supuesto, por la doctrina Lubertino:
Escalada antisemita: ahora destrozaron la mayor sinagoga de Venezuela
Un grupo armado destrozó el templo y las oficinas administrativas.
En las últimas horas, un grupo de 15 personas portando armas largas rompieron la reja de seguridad de la fachada oeste de la sinagoga judía ubicada en la localidad de Maripérez, al suroeste de Caracas. Según fuentes policiales, los sujetos armados sometieron a los dos vigilantes del lugar y causaron severos destrozos.
El presidente de la Asociación Israelita de Venezuela señaló que los delincuentes estuvieron cerca de seis horas dentro de las instalaciones, llegando incluso al fondo de la sinagoga mayor, donde se guardan los pergaminos del Libro de la Torah, el sagrado libro de los judíos. Sin escrúpulos, rompieron y destrozaron los rollos.
En las oficinas de la administración, llenaron las paredes con consignas antisemitas y destrozaron archivos, escritorios y gavetas. Alrededor de las cuatro de la mañana, en medio de sirenas y disparos al aire, el grupo abandonó el sitio, según publicó el Nacional. Según Farache, también eliminaron las cámaras y se llevaron los videos de seguridad. No hubo heridos que reportar.
Por eso me causan tristeza los judíos que necesitan dejar en claro que ellos son judíos pero no israelíes: no entienden que es una obviedad para el que sabe algo del tema y es irrelevante e incomprensible para el encapuchado con un bate (o un misil Qassam) en la mano.
Para cerrar, leemos a Julián Schvindlerman en Perfil en la nota titulada Las lecciones del Holocausto:
Si algo hemos aprendido de la Shoá es que el genocidio comienza con la destrucción intelectual de un pueblo, abriendo el camino para su destrucción física eventual. Antes de alcanzar el aniquilamiento parcial del pueblo judío, los nazis debieron primero obliterarlo en el imaginario colectivo. Antes de llevar a los judíos a las cámaras de gas, debieron persuadir a la opinión pública de que los judíos eran subhumanos merecedores del exterminio contra ellos planeado. Primero éstos fueron destruidos en los discursos pronunciados desde los palcos, en los panfletos divulgados en las universidades, en las pancartas erigidas en las manifestaciones callejeras, en las leyes raciales; de modo que los judíos fueran completamente aniquilados idealmente como preludio a su obliteración material.
Al marcar esta semana un nuevo aniversario del Día Internacional del Holocausto, comprobamos con horror que esta lección elemental no ha sido todavía aprendida. Durante las últimas semanas, en el contexto del conflicto en Gaza, hemos asistido a la demonización colectiva de toda una nación. El espectáculo fue surrealista. Mientras que en Brasil el Partido dos Trabalhadores calificó la represalia israelí contra el Hamas de “práctica nazi”, en Italia el sindicato Flaica-Uniti-Club pretendió resucitar las leyes raciales fascistas al instar a boicotear las tiendas comerciales pertenecientes a los judíos de Roma. Mientras que en Mar del Plata el titular del Centro Islámico aseguró que “prontamente Israel, como el Estado nazi, desaparecerá y será solamente un mal recuerdo del pueblo árabe”, en Holanda manifestantes gritaron: “Gaseen a los judíos”. Mientras que un alto oficial vaticano equiparó a Gaza con “un gran campo de concentración”, manifestantes corearon en la Florida contra los judíos: “Regresen a los hornos”. Es decir, a la vez que se pedía crudamente por un nuevo Holocausto contra los judíos, se los acusaba a éstos de ser nazis. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial no hemos presenciado un llamado tan explícito a liquidar judíos en las capitales del mundo libre. Que se invoque retórica nazi contra los judíos al protestar contra la política militar de Israel, país que a su vez es acusado de ser nazi al lidiar con los palestinos, es un escenario tan novel como inquietante.
El antisemitismo, camuflado de antiisraelismo, reina soberano. No es que toda crítica al Estado judío sea necesariamente judeófoba. Obviamente, Israel es un Estado perfectible y como tal pasible de sanción. La crítica política a Israel es válida. Pero es igualmente innegable que, muchas veces, la condena al Estado de Israel efectivamente conlleva una dosis de prejuicio antisemita. Cuando años atrás el compositor Mikis Theodorakis –creador a la vez de la música del film Zorba el Griego y del Himno Nacional Palestino– dijo que los judíos “son la raíz de todo el mal” en su supuesta condena a las políticas de Israel, advertimos que una línea ha sido cruzada. La pancarta elevada en una reciente aglomeración en Australia que exigía que se “limpie la Tierra de sucios sionistas”, ¿exactamente qué política israelí estaba objetando? ¿Cuál acción israelí específicamente estaban condenando aquellos que en Toulouse lanzaron un automóvil en llamas contra la sinagoga local? Resulta curioso notar que la agrupación islamista Hamas –que abiertamente cometió crímenes de guerra al atacar a civiles israelíes protegiéndose con civiles palestinos, y cuya carta constitutiva llama abiertamente a la obliteración de un Estado miembro de la ONU– en ningún momento fue comparada con los nazis o acusada de querer cometer un genocidio. La indignación mundial y la condena desproporcionada fueron reservadas a Israel.
Esperemos que esta nueva conmemoración de los trágicos hechos de la Shoá pueda dotarnos de la perspectiva y de la sabiduría necesarias que nos permitan comprender, en el sentido más profundo posible, que lo que empieza con retórica extrema termina en acciones atroces.
"Por eso me causan tristeza los judíos que necesitan dejar en claro que ellos son judíos pero no israelíes"
ResponderEliminarEn el caso venezolano la explicación va hacia un público que no comprende todavía el discurso de su presidente. Para ellos israelí significaba algo de calidad. Por ejemplo: los carteles siempre señalaban que enseñaban inglés con el "método israelí" y la mejor seguridad se obtenía con puertas con "tecnología israelí". De repente en 1999 llega un tipo que empieza a manejar un discurso que nunca escucharon. Cabe destacar que Chávez pegó un frenazo después de los hechos de la sinagoga porque no se imaginó que el rechazo en el pueblo venezolano sería tan ruidoso. Hoy salio su ministro de exteriores ( ex chofer de autobus) a asegurar que se ofrecera proteccion a "los judíos". (chequea mi blog: www.sandokahn.blogspot.com)
Yael,
ResponderEliminarEspero que tengas razón y que Chavez haya pegado un frenazo, pero igualmente creo que el monstruo ya salió fuera de su guarida en Venezuela y es incontrolable.
Muy bueno tu blog, me suscribí. Veo que leés fabitas.blgostpo.com, tenemos gustos parecidos.