El Jefe de Gobierno y el futuro Papa, en 2009

Publicado en Apuntes Urbanos

Linda nota de Bruno Bimbi "Chau Tabú" que habla del site de educación sexual del GCBA de ese nombre pero también toca el momento en el que Macri decide no apelar y de esa manera no impedir el primer matrimonio gay en la ciudad de Buenos Aires en noviembre de 2009 (lo que en su momento inmediatamente posteamos como hecho histórico acá, incluido el video). Extractos del artículo de Bimbi:

(...) cuando la jueza Gabriela Seijas falló a favor del casamiento de Alex y José, abriendo la puerta al primer matrimonio gay de América Latina, todos pensaban que Macri apelaría, y yo insistí que había que hacer lo imposible para convencerlo (lo mismo pensaba, aunque sin esperanzas, María Rachid). Luego de varias conversaciones con una de las personas que desayunaba todas las mañanas con Macri, llamé a María y a mi jefa en el diario Crítica, Andrea Rodríguez, para decirles que Macri no apelaría y yo estaba escribiendo la primicia para el diario del día siguiente, y, al principio, ninguna de las dos me creía. El año siguiente, casi la mitad de los diputados del PRO votó a favor de la ley, apesar del lobby de Bergoglio, canalizado através de su protegida política, Gabriela Michetti.

Cuando Macri se manifestó a favor por YouTube, el cardenal estaba furioso. Lo primero que dijo es que lo había decepcionado y había faltado a su función — la función que ellos esperaban de él. “Lo conozco hace más de diez años, jamás lo vi gritar así”, le contó a Noticias uno de los allegados del ahora Papa, agregando que las “malas palabras” que le había escuchado ese día eran irreproducibles. Poco después, Macri y Bergoglio se encontraron para conversar.
—Fue una reunión de mierda, fría, de dos tipos que estaban seguros de lo contrario de lo que pensaba el otro. Cruzaron diez palabras y cada uno mantuvo su posición —me dijo entonces uno de los colaboradores del jefe de gobierno.
—¿Cómo terminó? —le pregunté.
—Bergoglio le dijo: “La verdad que usted me ha causado una profunda decepción” y Mauricio le respondió: “Es una lástima, monseñor”. Se dieron la mano y chau.
Nuestra sorpresa era igual, pero con el efecto contrario. Habíamos ganado mucho más que un juicio.
Vale la pena leer la nota completa, háganlo cliqueando aquí: "Chau Tabú".

Sobre Ariel Sharon, la Guerra del Líbano y Sabra y Shatila

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(Adaptado de artículo de G. Perednik) Cuando en setiempre de 1970 la OLP, intenta derrocar al regimen hachemita de Jordania, el rey Hussein mata a miles de palestinos y expulsa de su territorio a Arafat y sus secuaces lo que se conoce como SETIEMBRE NEGRO. Los grupos armados palestinos se refugiaron en territorio libanés desde donde, para continuar con sus ataques contra Israel, implantaron lentamente un mini-Estado propio que generó tensiones étnicas. La OLP estableció centros de entrenamiento militar y escaló en sus ataques a civiles con artillería en la frontera del norte de Israel.

La población cristiana del Líbano se resentía de la presencia palestina que ponía en peligro el frágil enlace entre las diversas comunidades de ese país y amenazaba con obligarlo a dejar de ser la única democracia del mundo árabe para transformarse en una dictadura árabe más, totalitaria e intolerante. La metamorfosis demandó una década. Entre 1974 y 2000, el régimen de los Assad en Siria engulló a su pequeño vecino.

La primera de una larga serie de matanzas contra cristianos, se produjo en el monasterio de Deir Ayach, el 3 de septiembre de 1975, donde palestinos asesinaron a tres monjes, Boutros Sassine, Antoine Tamini y Hanna Maksoud. El mundo no protestó. Los lugareños cristianos que vivían en las cercanías huyeron, y los agresores destruyeron la aldea. Los palestinos liderados por George Habash y Nayef Hawatmeh atacaron asimismo la localidad de Beit Mellat y asesinaron a los aldeanos que cayeron en sus manos.

El siguiente año fue crítico. El 15 de enero de 1976, los palestinos asolaron Kab Elias, una aldea mixta (cristianos y musulmanes) en el valle de Bekaa. Diez días después, dieciséis cristianos fueron asesinados y veintitrés heridos.

Los cristianos iniciaron su éxodo a Zahlé, Beirut oriental y Jounieh. En por lo menos dos ciudades, Damour y Jieh, las bandas palestinas cortaron los dedos de niños cristianos para asegurarse de que no pudieran disparar armas. Las iglesias de Damour fueron profanadas y trescientos habitantes masacrados. No hubo protestas.
El 19 de enero, la aldea de Hoche Barada fue enteramente demolida. Otro grupo fundado por palestinos, el Ejército del Líbano Árabe, destruyó la ciudad de Aintours. Tres cabecillas del grupo recibieron la misión explícita de llevar a cabo masacres que sometieran a los cristianos libaneses al Estado en formación de Arafat.

Samir Abou Zahr, lideró la masacre en Emir Bechir (donde las víctimas fueron asesinadas mientras dormían), Mostapha Sleiman hizo arrasar la ciudad de Checa, y oiin Hatoum atacó los cuarteles de Khyam matando a más de treinta soldados libaneses.


Los cristianos solicitaban auxilio de un mundo que permanecía silencioso. Y Siria, que siempre había descrito al Líbano como su «natural zona de influencia» se regodeaba en oír ese silencio. Las tensiones étnicas se extendieron y los drusos, solidarios con la OLP, comenzaron a hostilizar a los cristianos. Éstos pidieron un alto el fuego, pero el líder druso Kemal Jumblatt no lo aceptó. Con la excusa de ese rechazo, el 31 de mayo de 1976, Siria invadió el Líbano esgrimiendo la curiosa explicación de que su presencia protegería a la minoría cristiana de la creciente hostilidad islámica. Una vez que el ejército de decenas de miles de soldados sirios se hizo fuerte en el país, se lanzó a la operación inversa a la anunciada.

En los bombardeos subsiguientes, más de quinientos civiles cristianos fueron asesinados.

Al año siguiente, los sirios mataron a Kemal Jumblatt (16/3/77) y enviaron grupos guerrilleros para someter a las aldeas cristianas, en las cuales más de mil pobladores fueron asesinados. Sólo en Deir Dourit, devastada por completo, murieron doscientos setenta y tres. Ni una palabra de queja en el mundo entero.

1978 fue el año de la apropiación siria del país, y el otrora Líbano independiente moría asesinado. Sami Khatib, instalado por el gobierno sirio como agente de seguridad, fue directamente responsable de la detención, tortura y desaparición de miles de libaneses opuestos a la invasión.

El 1 de julio, la milicia privada de Rifaat Assad, hermano del presidente sirio, sitió las zonas que permanecían libres en los suburbios de Beirut y las hizo bombardear durante cinco días y cinco noches, con cañones y morteros, con un saldo de más de sesenta civiles muertos y trescientos heridos.

En agosto de 1979, los sirios y palestinos destruyeron las aldeas Niha, Deir Bella y uma, en el Norte. Ni una palabra de nadie. Los sirios y palestinos ya se habían impuesto al país.

Entre 1980 y 1981 las brutalidades sirio-palestinas se extendieron para acabar con todo foco potencial de resistencia. El 24 de febrero de 1980,el director de la revista Hawadess, Selim Laouzi, fue secuestrado por los sirios camino al aeropuerto, torturado y asesinado, y su cuerpo mutilado fue hallado en el bosque de Aramoun. El 23 de julio de 1980, Riad Taha, presidente de la prensa, fue asesinado en Raouché. En marzo de 1981, la ciudad cristiana de Zahlé fue bombardeada y la monja Marie Sophie Zoghbi asesinada mientras intentaba socorrer a las víctimas.

Dos mil cristianos murieron en los bombardeos que siguieron en Beirut del Este, bajo el mando del palestino Ahmad Ismail. El 24 de mayo, los sirios atacaron la embajada francesa en el Líbano y asesinaron a su secretaria de asuntos comerciales, Anna Comidis y a diez personas más.

El 6 de junio de 1982, Israel invadió el Líbano desde el sur. Los aldeanos recibieron a los tanques hebreos como liberadores. Los cámaras no podían creer lo que grababan cuando cristianos libaneses de todas las edades salían de sus casas para ofrecer flores y alimentos a los soldados israelíes.

No había amor mutuo sino intereses en común. La población cristiana creyó que se pondría punto final a la tiranía terrorista sirio-palestina en el Líbano. E Israel había emprendido lo que dio en llamarse Operación Paz para Galilea en respuesta a morteros e infiltraciones de los terroristas palestinos, que ya tenían instalado en el Líbano un poderoso ejército. En uno de esos atentados (marzo de 1978) los milicianos que habían penetrado desde el Líbano, secuestraron dentro de Israel un autobús civil, y mantuvieron como rehenes a treinta y cuatro pasajeros, a los que finalmente asesinaron.

Las tropas de tierra israelíes rápidamente superaron las posiciones de la OLP en el sur de Líbano, destruyeron instalaciones sirias en el valle de Bekaa y llegaron a Beirut el 9 de junio. Después de batallar en el oeste de Beirut, la OLP se rindió y acordó evacuar a Tunez en septiembre.

En agosto de 1982, gracias al clima de menor dependencia de Siria que se sentía desde la invasión israelí, el parlamento libanés eligió presidente del país al jefe de la Falange cristiana, Bashir Gemayel. Para los sirios esta osadía era un exceso, sobre todo porque se sabía que Gemayel cooperaba con Israel en la recuperación de la independencia del país.

Un par de semanas después, el 14 de septiembre, en el cuartel de la Falange en chrafieh, Gemayel fue asesinado por una carga de explosivos colocada por un libanés prosirio. Los explosivos habían sido suministrados por el jefe de inteligencia siria, Ali Douba. Además del presidente, veintiséis personas murieron en el ataque.

El jefe de la seguridad de la Falange, Elie Hobeika, decidió vengar la muerte del presidente, en los campamentos palestinos de Sabra y Shatila.

El 16 de septiembre, el ministro de Defensa Ariel Sharon y el Jefe de Estado Mayor Raffi Eitan permitieron a los aliados libaneses de Israel, las Falanges cristianas, entrar a los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatilla con el propósito de extirpar las fuerzas remanentes de la OLP que habían evadido la evacuación. Ese día, cien falangistas penetraron en los campos y mataron a varios centenares de civiles (las estimaciones varían desde trescientos a quinientos). Los israelíes, en cuya franja de control se hallaban los campamentos, ingresaron en los mismos para detener la masacre cuando ya era demasiado tarde.

De todos los nombres de aldeas destruidas que incluí en esta crónica, no me cabe la menor duda de que los únicos que resultaron conocidos al lector son los de Sabra y Shatila. Y aunque Hobeika nunca se arrepintió de la matanza, aunque los falangistas la vieron siempre como un acto de aceptable venganza, ni éstos ni aquél jamás fueron reprochados por el mundo.

Muchos israelíes se horrorizaron por el incidente, y el 24 de septiembre 400.000 personas se juntaron en la primera de las muchas manifestaciones para protestar por la guerra del Líbano. La comisión Kahane, nombrada por el gobierno, realizó su reporte en Febrero de 1983 encontrando a Sharon “indirectamente responsable”, habiendo concluido que dado el odio de los falangistas hacia los palestinos (estos habían ido masacrando a los cristianos desde la llegada de la OLP), él debería haber anticipado que ellos “eran propensos a cometer tal atrocidad”. Sharon renunció como Ministro de Defensa.

Las matanzas entre libaneses no se detuvieron. En septiembre de 1983 más de cien aldeas en la región de Chouf fueron limpiadas étnicamente de cristianos por tropas drusas. En mayo de 1985, milicianos musulmanes atacaron nuevamente el campo de refugiados de... ¡Chatila! De acuerdo con datos oficiales de las Naciones Unidas, asesinaron a seiscientos treinta y cinco personas y dejaron a más de dos mil quinientos heridos.

Tampoco cuando en octubre de 1990 las tropas sirias mataron en ocho horas a setecientos cristianos más. Por toda respuesta el mundo hizo la vista gorda una vez más

En 1983 Israel firmó un acuerdo con el Líbano, terminando el estado de guerra entre los vecinos. Mientras que el estado palestino dentro del estado libanés había sido desmantelado, Siria permaneció en el Líbano y el gobierno libanés, controlado por cristianos era demasiado débil para controlar que las facciones rivales se ataquen y ataquen a Israel. Un año después, el Líbano renegó de su acuerdo bajo presión del gobierno sirio, y el país entró en un estado de volatilidad. Las tropas israelíes completaron la retirada en fases del Líbano en junio de 1985 y se creó una zona de seguridad de 9 millas de ancho al sur del Líbano a lo largo de la frontera. La zona intentaba proteger a los asentamientos civiles israelíes en el norte de Israel de ataques fronterizos. Al mismo tiempo, muchos soldados israelíes eran muertos continuamente en la zona de seguridad por grupos apoyados por Iran y Siria, particularmente Hezbollah.

¿Quién es culpable por Sabra y Chatilla?

Mientras que los grupos pro-árabes y anti-israelíes no se han cansado de acusar a Israel y específicamente a Ariel Sharón por la matanza en los campos de refugiados palestinos del Líbano llamados Sabra y Chatilla, la verdad es muy diferente y apunta a un doble estandard conocido: los árabes que matan a otros árabes son perdonados o directamente desconocidos y sólo conocemos lo que podemos endilgar a Israel.

Ariel Sharón fue juzgado en Israel por los eventos de Shabra y Chatilla y encontrado indirectamente culpable de la matanza por la comisión Kahan, por no haberla prevenido.

Mientras tanto, los verdaderos culpables directos de la matanza fueron otros árabes: las milicias cristianas libanesas que en ese momento estaban aliadas con Israel. Tan árabes y tan libanesas como sus víctimas.

El comandante de las milicias libanesas que perpetraron la masacre se llamaba Elie Hobeika. Hobeika luego se convirtió en cliente de Siria, otro estado árabe que lo tomó a su servicio a pesar de ser éste un asesino de árabes y de llenarse la boca con la causa palestina. Hobeika fue durante muchos años luego de la matanza diputado del parlamento libanés y ministro del gobierno del Líbano. Fue tratado siempre como un ciudadano perféctamente respetable y fue alabado en su funeral por ministros y clérigos libaneses, incluyendo la lectura de una carta de aprecio y tristeza escrita por el Patriarca Maronita (católico) en Roma, el Vaticano. Por orden del Presidente del Líbano se le fue depositada en su tumba la Medalla al Mérito del Comandante Libanés. No hubo nunca protestas ni gritos contra él. Y esta fue la persona que comandó y ordenó la matanza de los palestinos en Sabra y Chatilla.